Azúcar ¿amigo o enemigo de nuestra salud?

Históricamente el sabor dulce se asocia con comidas seguras, mientras que los sabores amargos se relacionan con comidas tóxicas.

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elsalvador.com

Por EDH

2015-09-05 3:24:00

Los humanos escogemos lo que queremos comer por diversas razones: optamos porque nuestras comidas sean saludables, accesibles o cómodas, pero una de las principales razones es por su sabor. ¿Y por qué optamos por lo dulce?

La respuesta se encuentra en nuestros genes, Adam Drewnowski, director del Centro de Obesidad de la Universidad de Washington destaca que diferentes estudios realizados con niños comprobaron que, según sus expresiones faciales, preferían sabores dulces, mientras que rechazaban los amargos.

Las investigaciones además señalan, que históricamente el sabor dulce se asocia con comidas seguras, mientras que los sabores amargos se relacionan con comidas tóxicas.

Asimismo, nuestros antepasados solo podían distinguir entre un alimento y un veneno dependiendo de si este era dulce o amargo y así se acostumbraron a preferir los alimentos de sabor dulce.

La nutricionista Consuelo Pardo comenta: “Al igual que todos los alimentos, el azúcar tiene un papel en la dieta y, consumiéndolo dentro de los límites adecuados, puede formar parte de una alimentación equilibrada. Debemos recordar que no hay alimentos buenos o malos, solo dietas mal balanceadas”.

Por su parte, la Asociación Americana de Dietética enfatiza que todos los alimentos pueden incluirse en una alimentación balanceada, si se consumen de manera moderada y en porciones adecuadas, combinándolos con una actividad física regular.
Para alcanzar un estilo de vida saludable es importante analizar los hábitos alimenticios y la actividad física que realiza cada individuo, para poder encontrar un equilibrio calórico.

“El equilibrio calórico se refiere a que debemos comer la misma cantidad de energía que gastamos. Es importante que las personas entiendan que el azúcar es indispensable para el cuerpo humano porque tienen el rol de aportar la energía requerida para funciones básicas como caminar, pensar, respirar y de generar una reserva de esa misma energía para ser utilizada en períodos de ayuno”, asegura Pardo.

Ningún alimento o bebida es responsable, por sí solo, de que las personas tengan sobrepeso u obesidad.