La alta costura toma París

[Haute Couture] Cada julio en París se celebran los desfiles más sofisticados. Las firmas más glamorosas muestran sus propuestas para la próxima temporada de otoño-invierno 2015-2016

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elsalvador.com

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2015-07-06 8:00:00

Sobre una pasarela bajo la que yacían 25,000 orquídeas, Atelier Versace puso el broche final a la primera jornada de la Semana de la Alta Costura de París, que recibió por primera vez en el calendario oficial a la firma rusa Ulyana Sergeenko y a la holandesa Ilja.

A pesar de que se trataba de una colección pensada para el otoño-invierno, las flores parecían brotar en los vestidos diseñados por Donatella Versace, como si la primavera estuviera a punto de regresar a la capital francesa.

La colección buscó realzar la feminidad, sensualidad y belleza de la mujer, así como su unión con la naturaleza. Las prendas estaban compuestas por caóticas tiras entrecruzadas, que dieron lugar incluso a drapeados que ondearon hacia el suelo en vuelos de chifón.

También se mostraron diseños en encaje y guipur, así como en fluidos vestidos de capas de desdén deshilachado, frente a las estrictas retículas de celosía en los corpiños.

Por su parte la diseñadora Ulyana Sergeenko, nacida en la antigua Unión Soviética, se inspiró para su colección en la era comunista y, concretamente, en los apartamentos comunitarios en los que convivían personas de diferente extracción social, como especificó en un comunicado.

El sentido de la moda de esta diseñadora es sofisticado y con un gusto exquisito por los detalles: bordados, telas muy trabajadas, volúmenes perfectos. En su desfile destiló la elegancia de esa Rusia donde se mezclan con grandes abrigos de finas pieles y delicados vestidos de noche.

La diseñadora holandesa Ilja Visser también se inspiró en el espacio y en su país, aunque el resultado fue muy diferente. Combinó la “actitud” de su Ámsterdam natal con la idea de “bloques de edificios que crecen de forma orgánica como si fueran cristales o minerales”, como detalló después del desfile.

Sus patrones cortados con rígidas geometría dieron lugar a un mono con forma de rombo, a un vestido de corte sirena con un poliedro alrededor de la cadera y a faldas asimétricas que se extendieron en voluminosas protuberancias.

Jardín de las delicias

La historia de la pintura y de la moda caminaron sobre la pasarela de Christian Dior con una colección de otoño-invierno de Raf Simons que se ambientó en “El jardín de las delicias”.

“La inspiración original de la colección surge de los maestros flamencos y de su visión de la pintura”, explicó el modisto belga en un comunicado, en el que también precisaba que le atraía explorar “esta tensión entre un lujo que se critica y que se anhela al mismo tiempo”.

En un efímero espacio construido en los jardines del Museo Rodin, el director artístico de Dior imploró la obra de El Bosco para trabajar el enfrentamiento de la pureza y la inocencia con la opulencia y la decadencia.

De esta manera, hizo caminar sobre un césped artificial violeta, entre supuestas piezas de fruta, a modelos ataviadas con holgados y ligeros vestidos-túnica en muselina blanca de seda que excedieron la sencillez al combinarlas con lujosas aspiraciones. —Agencias