Murió dándole vida a su hija, y luego ocurrió un milagro

En la semana 39 de gestación, comenzaron las contracciones. Lo que parecía ser el comienzo de un parto normal se convirtió en una situación de vida o muerte

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elsalvador.com

Por Amberlee Lovell / Deseret News

2015-04-22 3:30:00

Cuando Melanie y Doug Pritchard se aprestaban a tener su segundo hijo, buscaron un médico que pudiera luchar, llegado el caso, por las vidas tanto de Melanie como del bebé.

No sabían que esta decisión sería determinante. Durante el segundo embarazo de Melanie todo parecía normal.

Cuando comenzaron las contracciones en la semana 39, Doug y ella fueron incluso caminando al hospital, donde el médico esperó hasta que éstas se aceleraron y Melanie rompió bolsa. En ese momento, precisamente, las cosas empezaron a salir mal. Pese a mantener normales las funciones vitales, Melanie comenzó a sentirse mareada, con náuseas y perdió el conocimiento.

Su frecuencia cardíaca y su presión arterial bajaron a cero. Estaba totalmente azul. Asimismo, la frecuencia cardíaca y la presión arterial del bebé no nacido descendieron rápidamente.

El hospital declaró a Melanie clínicamente muerta, con la bebita todavía en su cuerpo.

La prisa por salvarla comenzó con una cesárea de urgencia. Doug rezó para que su esposa y su hija se salvaran. Nunca en su vida se había sentido tan desesperado y aterrado. Su plegaria a Dios era algo parecido a: “Señor, sé que esto es más de lo que puedo soportar, lo cual significa que tienes un plan y un objetivo para todo esto. Confío en ti, pero por favor, si esta es Tu voluntad, déjame abrazar nuevamente a mi esposa”.

Se puso en contacto con familiares y amigos, rogándoles que rezaran por Melanie y la hija de ambos. Al compartir sus plegarias en los medios sociales, éstas se convirtieron rápidamente en tendencia.

Los Pritchard pasaron a estar entre los 100 temas más mencionados en Google y Twitter ese día. En 15 horas, más de 150.000 personas estaban orando y compartiendo la situación con el mundo.

Afortunadamente, un equipo de médicos pudo salvar a la bebita en tanto otro equipo intentaba resucitar a Melanie. Cuando las enfermeras le preguntaron a Doug cuál era el nombre de su nueva hija, respondió “Gabriella, la heroína de Dios”.

Melanie fue considerada muerta durante 10 minutos. Los médicos utilizaron 4 veces el desfibrilador y compresiones ininterrumpidas en el pecho pero sin éxito.

Aconsejaron a su familia que se preparara para una despedida.

Finalmente, un médico detectó un latido débil. Melanie tuvo embolia de líquido amniótico, que salió del útero cuando rompió bolsa e ingresó en el torrente sanguíneo. Fue hasta su corazón, lo cual causó el paro cardíaco. También tuvo una hemorragia interna debido a la cesárea.

Los médicos informaron a Doug que probablemente tendría problemas neurológicos para el resto de su vida debido a la falta de oxígeno durante más de 10 minutos. Doug fue hasta la cama de Melanie donde los aparatos la mantenían con vida, le tomó la mano y dijo: “Te amo. Siempre te amaré. Nuestros hijos Brady y Gabriella son maravillosos y te aman. Si tienes alguna chispa para luchar, lucha. Más allá de mis esperanzas, prométeme que seguirás a tu ángel guardián donde te guíe. Él te guiará hacia donde Dios te necesite”.

Las cosas se agravaron aún más, empero. Melanie necesitaba dos transfusiones de sangre y fue trasladada a otro hospital.

Durante la cesárea, se había lesionado una arteria, y las venas se obstruyeron debido a la sangre coagulada. Esto requería una cirugía más delicada.

El corazón funcionaba sólo a un 5% de su capacidad, con un mínimo de 55-65% para la supervivencia.

Debido al paro cardíaco, sus pulmones no funcionaban bien y era mantenida viva gracias a un ventilador que suministraba 100% de su respiración.

Para que pudiera soportar la cirugía, los médicos le mostraron una foto de Gabriella. Melanie comenzó a agitarse y lloró con desesperación. La sedaron para enviarla al quirófano.

Esto llevó una renovada esperanza a su familia que no paraba de rezar. El milagro La operación fue un éxito, y Melanie, milagrosamente, sobrevivió.

El sacerdote que había casado a Melanie y Doug años antes fue al hospital y le recordó a Doug: “A esto dijeron que sí en el matrimonio: tanto en la alegría como en la tristeza, tanto en la enfermedad como en la salud”.

A 24 horas de la operación, Melanie comenzó a respirar mejor y le quitaron el respirador artificial. Plenamente consciente, abrió los ojos y quiso ver a su marido y su hija.

Las enfermeras trajeron a Gabriella y pudo tener en brazos a su hija por primera vez 48 horas después de la cesárea. La recuperación de Melanie conmovió a todo el personal del hospital.

Fue dada de alta seis días después de la emergencia. En las semanas siguientes, tuvo una recuperación total.

“No recuerdo este acontecimiento increíble en mi vida, pero doy gracias por estar viva y abrazar a mi marido y mis hijos todos los días”, escribió Melanie años más tarde en su libro. “Estoy agradecida por cada mensaje en Facebook, Twitter y los artículos que se escribieron y subieron a Internet, y especialmente a quienes rezaron y se comunicaron con otros para que rezaran por mí, una extraña. Las palabras no pueden expresar mi gratitud por la multitud de oraciones que me cubrieron en ese acontecimiento traumático. Me alegra decir que las oraciones funcionaron. Gracias a las manos de los médicos, las enfermeras, los donantes de sangre y un Dios misericordioso, Gabriella y yo estamos vivas y bien, y yo me recuperé completamente”.

En 2014, cuatro años después de aquel episodio, escribió un artículo con esta declaración: “No pasa un solo día sin que agradezca al Señor por haberme permitido sobrevivir a algo que muy pocos viven para contar. Doy gracias al Señor por inspirarme a elegir un hospital a favor de la vida. Doy gracias a Dios por permitir que Doug, Brady, Gabriella y yo seamos nuevamente una familia y por darme otra oportunidad para hablar de la gracia infinita, la misericordia y el amor de Dios por todos nosotros. Dios tiene el poder de sacarnos de las profundidades de las tinieblas, aun de las tinieblas de la muerte, y traernos a la luz, y por eso, Lo alabo”.