Inteligencia académica y emocional en equilibrio

Es necesario aprender a conocer y a gestionar las emociones

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elsalvador.com

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2015-02-24 12:00:00

La inteligencia, esa que se mide por el cociente intelectual y característica destacada de los más aventajados de la clase, no siempre garantiza que una persona tenga el mismo éxito en el ámbito profesional.

Esa inteligencia por sí sola tampoco es garantía de que una persona sea exitosa en el diario vivir, ni le asegura la felicidad individual o en sus relaciones interpersonales.

Es más bien la inteligencia emocional, el conocimiento de las emociones y el control de las mismas, la que en equilibrio con el conocimiento intelectual hace que una persona triunfe en cualquier ámbito de la vida.

Claudia de Andino, de Fundación Icef, dice que la inteligencia emocional es la capacidad de identificar las emociones propias y las de los demás, así como gestionarlas para cumplir las metas y que los demás también cumplan las suyas.

Es importante saber que no se nace con esas habilidades psicológicas, sino que se van desarrollando a través del tiempo y la experiencia.

Pero también hay ciertos factores que permiten adquirirlas, como por ejemplo pensar positivamente.

“Una correcta atribución de los acontecimientos y una correcta valoración de las circunstancias nos hace tener respuestas emocionales apropiadas. Por ejemplo si ante una mala nota yo digo que es porque ‘no puedo’, lo que sucede es que voy a desarrollar poco sentido de competencia hacia la tarea”, explica de Andino.

Además el autoestima no va a ser elevada y la persona no se sentirá bien consigo misma. Así comienza un círculo vicioso que se va alimentando con los pensamientos y las mismas acciones.

Para evitar caer en los círculos viciosos los padres deben enseñar a sus hijos desde pequeños a identificar sus sentimientos ante determinadas situaciones, es decir, aprender a conocerse.

Además, los padres con su ejemplo ante pequeñas situaciones cotidianas les enseñan a sus hijos a resolver conlfictos por medio de sus acciones.

Si un padre demuestra y acepta sus emociones, ahí está enseñando a sus hijos.

“También ayuda crear un diálogo interno como: ‘Yo puedo’, ‘confío en mí’, ‘todo irá bien’. Porque siempre habrá problemas y la gente no va a cambiar y nosotros no tenemos control de la situaciones, pero sí de nosotros mismos y de la actitud que le pongamos a cada circunstancia”, agregó.

La inteligencia emocional da mayor bienestar psicológico porque la persona se siente más competente hacia las cosas que hace, se lleva mejor con las otras personas, puede trabajar en equipo y resolver conflictos de forma asertiva.

“No todo es pensar, ni todo es razonar, no todo son emociones, tiene que haber un equilibrio. Todos tenemos la capacidad de controlar nuestros pensamientos con la valoración que hacemos de las cosas. Se trata de autorregularnos, un proceso que se consigue poco a poco”, explica de Andino.

En cuanto a lo laboral, ahora ya no se le pide a la persona que solo tenga un título o maestría sino también se ve cómo se relaciona con el resto y con él mismo, es decir que se analizan cuáles son los rasgos que le servirán para desempeñarse y para a mover a los demás, hablando de liderazgo.

Recuerde que el equilibrio de las inteligencias es importante porque una persona es gestora de significados.

“Eso nos dará bienestar psicológico y nos hará sentir bien físicamente, porque no es igual pensar siempre ‘todo va a salir mal’, ‘ yo no puedo’, ‘otro día de trabajo’… porque nadie quiere estar con una persona así, nadie la sigue”, añade de Andino.

Asimismo, el equilibrio ayuda a las relaciones y a la autoestima, lo que mejora el desempeño laboral, académico y familiar.