Catedral Nacional de Washington recobra esplendor con restauración

Las obras de restauración del templo, en la parte interior, han avanzado en un 70 por ciento. Aún colectan fondos para suplir los millonarios costos que representará la segunda fase en exteriores, donde colapsaron algunos pináculos y se desprendieron varias gárgolas del templo neogótico.

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Por Tomás Guevara Corresponsal en Washington escena@elsalvador.com

2015-01-22 12:00:00

La gran nave central de bóvedas de crucería, en perfecta alineación, forma un solemne espacio iluminado con una luz multicolor que se cuela por los cerca de 200 vitrales, obras de arte con un estilo único que muestran elementos del cristianismo y de la historia de los Estados Unidos.

Es el templo de estilo gótico erigido en la capital estadounidense bautizada como Catedral de San Pedro y San Pablo, o Catedral Nacional de Washington D.C., erigida con los ideales de albergar a todos los cultos religiosos, pero regentada por la iglesia episcopal.

Esta monumental pieza de arte cuya construcción inició en 1907, con más de un siglo de planificación y cuyo toque final concluyó en 1990. Fue uno de los edificios de la capital nacional que mayores daños registró con el fuerte sismo de 5.9 grados en la escala de Richter que sacudió el Área Metropolitana de Washington en agosto de 2011.

Desde entonces inició el proceso de captación de fondos, a través de donaciones gestionadas por fundaciones e individuos para empezar los trabajos de restauración del templo que a esta fecha avanzan en un 70 por ciento en la primera fase, que consiste en el saneamiento y limpieza de áreas dañadas en el interior y reforzamiento de la estructura.

Luego vendría una segunda etapa para restaurar los pináculos y decoraciones que se desprendieron de las torres cuyos picos más altos están a 88 metros del suelo, además de haber sido construida en un montículo considerado el punto más alto de la ciudad, donde convergen las Avenidas Massachusetts y Wisconsin.

En un recorrido por las áreas restauradas, el director de comunicaciones de la Catedral, Craig Stapert, muestra el esplendor de los vitrales que en un día soleado filtran un policromado espectáculo de luz que se refleja en las lustradas piedras de las paredes de este templo de vocación ecuménica.

“Los vitrales tenían polvo, humo y otro tipo de suciedad que se había acumulado en muchos años, al igual que la piedra que ha sido limpiada y usted puede ver el color que ha recobrado de un gris oscuro antes de los trabajos a un color más luminoso”, explica mientras caminamos por una estrecha cornisa al pie de los gigantescos vitrales, aún protegida con las estructuras de metal para la seguridad de los trabajadores.

Esta Catedral, considerada como monumento nacional de Estados Unidos y la sexta más grande del mundo, recibe cada año un promedio de 600 mil visitantes, entre turistas y feligreses, según datos del departamento de relaciones públicas, pero esta no recibe fondos gubernamentales para operar ni para el proceso de restauración, por lo que conseguir los cerca de $25 millones para la obra corre por cuenta de la Diócesis de Washington de la Iglesia Episcopal.

Y es que una edificación construida en piedra sólida y sin estructura de metal demanda unos trabajos excepcionales para asegurarla y preservarla para la posteridad.

El arquitecto James W. Shepherd, director de preservación del templo, es quien supervisa el trabajo completo que realizan las compañías contratadas para encaminar la obra. Este profesional asegura que toda la estructura de roca sólida, con piedras traídas de canteras, en su mayoría del estado de Indiana, en el centro del territorio estadounidense, está sostenida a pura gravedad.

“Esta Catedral ha sido construida en tiempos modernos pero con técnicas antiguas de construcción de Catedrales y luego hubo una mezcla”, explica Shepherd mientras muestra la parte más antigua del templo que se vio interrumpido en su construcción en la década de 1930, con la Gran Depresión que frenó la economía estadounidense.

En la nave del ala norte del templo se exhíben unos textiles y datos históricos de benefactores de la construcción en esas primeras etapas, a un lado está el altar mayor tallado en mármol y flanqueado por el gigantesco órgano que impone la mayor solemnidad auditiva desde el altar mayor.

En la nave lateral del sur se encuentra la tumba del presidente Thomas Woodrow Wilson (1856 – 1924) quien gobernó Estados Unidos entre 1913 y 1921 y quien ganó el Premio Nobel de la Paz en el segundo término de su mandato, justo cuando se erigían los primeros muros del templo que se convirtió en su morada para la posteridad.

Esta Catedral es considerada como un recinto ecuménico que ha albergado los más solemnes actos en la capital nacional, desde funerales de estado para honrar a presidentes fallecidos hasta eventos tan trascendentales como los homenajes póstumos para las miles de víctimas por las atentados terroristas de septiembre de 2001.

En las alturas

Luego llega el momento de abordar los ascensores y subir a los andamios instalados en un lateral, donde las cuadrillas de trabajadores pulen con una precisión quirúrgica la piedra y los vitrales.

El cantero español Víctor Castro Santamaría ha sido encomendado para dirigir esta delicada misión de restauración en el templo. Él comenta que en esta primera etapa se han saneado áreas que podían ser sensibles y se trata de asegurar que la Catedral pueda resistir a sismos que podrían ocurrir en el futuro.

Castro Santamaría valora que por tratarse de una Catedral de estilo gótico, cuyas cúpulas de piedra están sostenidas sobre las gruesas columnas y las bóvedas de crucería le dan solidez a toda la estructura. “Quizá la dificultad que hemos tenido es más por condiciones climáticas, la piedra es muy sensible a los cambios de temperatura y de ahí el cuidado con el tipo de intervención que pueda hacerse”, explica el restaurador.

Ver un rosetón desde el piso causa un efecto a quien visita el templo, pero estar a escasos metros y acercarse a los coloridos vitrales no tiene comparación. Y no se diga de las esculturas pegadas al techo, cuyas dimensiones se magnifican cuando están al alcance de la mano.

Para sumar fondos a la bolsa pro restauración de este centro de oración, la administración de Catedral incluyó horarios de visita y una tarifa para los turistas que visitan el templo.

El cobro por entrada se iguala a las tarifas para conocer las Catedrales europeas que se las arreglan para organizar el tiempo para visitantes y otra para los oficios religiosos. Además, este monumento nacional posee unas piezas escultóricas y de arte que se igualan a los que exhíben museos de primer nivel en el mundo.

La primera fase de restauración estaría concluyendo en marzo próximo y de ahí las autoridades de la iglesia siguen captando fondos para culminar las obras en los exteriores de esta magnífica expresión del gótico en América.