La pequeña gran caravana tecleña

EDH acompañó a 120 hinchas a una expedición extrema: 12 horas por tierra para ver al Tecla 

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No podía faltar el pollito frito.

/ Foto Por Mauricio Cáceres

Por Carlos López Vides | @EDHdeportes

2015-08-25 10:27:00

Hay gente que piensa que Santa Tecla, aunque es el campeón, es un equipo chico que apenas tiene afición. Puede ser. Pero el Tecla sí tiene aficionados que sienten los colores. Pocos, quizá; pero locos. Ayer, 120 de ellos colmaron dos buses que puso a disposición la alcaldía y la comuna, y encararon un viaje de más de 12 horas, ida y vuelta, todo para acompañar al equipo tecleño en su duelo contra Rojos, en el Mateo Flores, en pleno corazón de Ciudad de Guatemala. 

Fueron dos buses de la Ruta 101B Especial, a $300 para cada uno por el viaje, cero costo para los 120 hinchas tecleños. Salieron de Las Delicias a la 1:30 p.m., repartidos en 60 por unidad, y listos con bombos, pelucas, máscaras, banderas, cánticos y todo el verde y morado del Tecla en garganta y corazón. 

Ahí se juntaron bajo el escudo del Tecla hinchas de Antiguo Cuscatlán, Zaragoza, Merliot, del propio barrio de Las Delicias, Quezaltepeque, etc. Dos buses para juntarlos a todos bajo una misma historia, la del Tecla, que busca ser grande en Concacaf. 

Antes de la partida, llegó el mensaje del concejal José Luis Hernández, quien acompañó la excursión: “Señores, cuidémonos todos en el viaje, aquí vamos como en familia. Todos lleven DUI y si tienen problema con la Procuraduría, si debe la leche, mejor no viaje. Si alguien se quiere echar los tragos, que sea después de pasar la frontera. Vamos a una zona peligrosa en Guatemala, tengamos cuidado con la barra contraria, no queremos problemas. Disfruten el viaje”. 

Y sí, lo disfrutaron. Con el motorista Freddy Alfaro, de 34 años, alias “Peligro”, quien también la hizo de DJ y pasaba de Paul Anka a Maná, y de Roberto Carlos a Black Eyed Peas, sin ninguna distinción. En medio de tal pista musical, llegaban los frases de los hinchas: “Aquí vamos todos los vagos de Tecla, estudiantes desocupados, jubilados; nos conocemos de El Cafetalón, todos somos cheros”, explicaba Francisco Muñoz, estudiante, 22 años. “Yo creo que vamos a empatar, eso a sería bueno”, auguraba Juan Carlos Mata, fasista de 27 años pero que trabaja en Las Delicias y se ha hecho amigo de los del “Pichi” Escudero.

Parada técnica a las 2:51 p.m., para comprar un almuerzo apresurado frente a Plaza Real, feliz: vendió a 0.75 varios platos de papas, además de aguas y gaseosas; y muchos hinchas tecleños dejaron buenos dólares en el Don Pollo del lugar. 
Los dos buses llegaron a la frontera de Las Chinamas a las 3:50 p.m., y el trámite migratorio fue caótico, pero menos lento de lo esperado. A las 4:30 p.m., la caravana retomaba marcha ya del lado guatemalteco, después de haber cambiado dólares con los coyotes de la zona, y con la paranoia de no haber sido timados. Los cambiadores vendieron los quetzales a 7.30 por dólar. Tenían cara de satisfacción. 

Desde ahí, ya con la aflicción de no llegar a tiempo al juego programado a las 8 p.m., los acelerones fueron contra el reloj y el sufrimiento por el tráfico, cruel y atascado como el de San Salvador. Ni la cerveza pegaba, ni el vodka hacía efecto ni los cigarros surtían por los nervios de que tanto esfuerzo fuera en vano. 

La banda tecleña llegó al Mateo Flores a las 7:35 p.m., cada uno se apresuró a pagar el equivalente a $7 para la localidad de preferente, y desde ahí soltaron todo lo guardado en el viaje: gritos, cánticos y respaldo total para el equipo de sus amores.
“¡Nos fuimos para Guate, a ver a Santa Tecla, a ver cómo jugaba, a ver cómo ganaba!”, gritaban, con la melodía de “La hierba se movía”; ¡”movelo, abuelo, movelo!”, para hacer bailar a don José Ricardo Miranda, conocido con cariño como “el Abuelo” por los hinchas, por sus 63 años y la pasión que siente por el Tecla desde 2012, cuando el equipo subió a Primera. 

No faltó “chapín, cu… ero, cu… ero”, “el que no salte es chapín”, “ay, ay ay ay, a los Rojo-vamos-a-matar”… Y la poca afición del equipo edilicio les recetó la respectia andadanada de chiflidos e insultos.

Vino el partido, el fútbol, la emoción. El resultado. Y luego, la vuelta a casa: Otras cinco horas hasta Santa Tecla. ¿Esto lo provoca un equipo chico? Bueno, por lo menos su equipo está jugando en Concacaf.