En Canadá también hubo júbilo por la beatificación de Romero

Fotos: La comunidad latinoamericana, en Montreal, celebró con una misa ese acontecimiento

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Comunidad celebró beatificación de Monseñor Romero. /

Por Yensy Ortiz

2015-05-27 5:00:00

Con una misa de agradecimiento, efectuada en la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en Montreal, Quebec, la comunidad latinoamericana celebró la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero considerado el “San Romero del mundo”.

La iglesia estuvo colmada. Muchos feligreses atendieron el llamado portando flores blancas que, luego de ser bendecidas, fueron colocadas en el altar como ofrendas que simbolizan la paz y justicia. Ambas luchas que sostuvo el Obispo, asesinado el 24 de marzo de 1980.

“Monseñor tenía un espíritu que no lo dejaba estar tranquilo, tenía que hablar, tenía que visitar y escuchar a su gente. Ese espíritu no le permitía quedarse callado, tenía que denunciar”, expresó el sacerdote Percy Díaz durante la celebración de Pentecostés.

En tanto, la cónsul general de El Salvador en Montreal, Verónica Pichinte hizo una cronología del camino recorrido desde hace 25 años, hasta la beatificación del mártir efectuada este 23 de mayo en San Salvador, El Salvador, ante la presencia de una multitud proveniente de diferentes países del mundo.

“Lo más importante que tuvo que hacer El Salvador fue reconocerlo a él como nuestro mártir. Nuestro pueblo ya lo hacía, pero por muchos años el Estado no”, señaló la funcionaria al recordar que en 2009, finalmente se le confiere “el lugar que siempre se ha merecido en las páginas de nuestra historia” al considerarsele como guía espiritual.

Mientras que el padre, Víctor Guevara, destacado en la Iglesia de Chateauguay, relató como Romero lo salvó de la muerte. “Fue a sacarme de la cárcel de la Guardia Nacional donde yo estaba preso. Me habían llevado con unos 70 campesinos de Aguilares, afortunadamente no me habían maltratado demasiado. Yo no olvido ese encuentro”.

Muchos otros servidores de la Iglesia Católica no corrieron con la misma suerte y fueron asesinados durante los doce años que duró el conflicto armado (1980-1992).

“Seis meses antes de su muerte él me dijo: andate, porque tu eres el próximo en la lista. Metí todo en carrera en mi valija y me regrese a Quebec donde ya conocía y tenía buenos amigos sacerdotes que incluso ya habían ido a El Salvador”, rememoró el sacerdote.

“Romero no fue un Obispo revolucionario, sino un hombre de iglesia, del evangelio y de los pobres. Esta fue la conclusión a la que llegó la Congregación de la Doctrina de la

Fe después de haber revisado todos sus homilías y escritos”, recordó la cónsul Pichinte.

Monseñor Romero reconocido como “la voz de los sin voz” fue asesinado mientras oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador.

Sus palabras fueron proféticas. En marzo de 1980, durante una de sus homilías, Romero pronunció: “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Y en efecto, así fue.

Ahora monseñor Romero no solo permanece en los corazones de los salvadoreños, sino también en el de aquellos que mantienen una lucha por la paz y la justicia sin importar el credo.