No pueden prosperidad y felicidad crearse por decreto ejecutivo

Miren lo que ha pasado con Detroit y con el movimiento sindical de los Estados Unidos: menos de un quince por ciento de los trabajadores están sindicalizados, y Detroit, como Pontiac en Michigan, son ciudades moribundas.

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2018-05-14 9:49:36

Uno de los “logros” que cacarea el oficialismo es haber subido el salario mínimo, pero sin pensar, como es usual entre ellos, en las consecuencias de segundo, tercer y sucesivos niveles.

Suben el salario oficial y, se imaginan, todos felices pues van a ganar más… Van a ganar más a menos que esa alza en los costos de producción obligue a reducir personal y/o cerrar una empresa, como ha sucedido con las maquilas que, hartas del saqueo y de las imposiciones, cerraron aquí y operan ahora en otros países centroamericanos.

Los más afectados por esas alzas son los jóvenes sin experiencia, los viejos, las mujeres y los que padecen limitaciones corporales y, por lo mismo, se consideran menos productivos.

Al decretar una alza en el salario se pasa un mensaje a muchos trabajadores: ahora van a pagarte más, siempre que no pierdas tu empleo. Pero al mismo tiempo el mensaje al trabajador es mucho menos optimista, pues le dice que si con su trabajo no puede producir lo suficiente para que le paguen ese salario, que pueda cubrir el resto de prestaciones que recibe como vacaciones, retiro, fondo de vivienda, etc., además de dejarle una ganancia a la empresa, simplemente se quedará sin empleo. Lo indemnizarán y a la calle a ver dónde consigue otro empleo, que debido a las repercusiones negativas de alzas de tal naturaleza, es cada vez más problemático y lo probable es que esos trabajadores queden en la economía informal.

Por lo general los sindicatos en todas partes tienden a apoyar alzas en los salarios y van a la huelga para conseguir que suban lo que reciban. Y esa era lo que movía a los sindicatos de la industria automovilística en Detroit, lo que llevó a uno de sus dirigentes a decir, cuando le preguntaron, cuál era su meta y él respondió con una palabra: más.

Pero miren lo que ha pasado con Detroit y con el movimiento sindical de los Estados Unidos: menos de un quince por ciento de los trabajadores están sindicalizados, y Detroit, como Pontiac en Michigan, son ciudades moribundas.

Quedan, desde luego, otros bastiones, como los estibadores de los puertos y los sindicatos magisteriales, pero son la lustrosa excepción a la regla.

Los salarios subieron más rápidamente cuando los determinaba el mercado

La gran falacia es que de no haber sido por los sindicatos y las alzas forzadas de salario, los trabajadores en Estados Unidos estarían muy mal pagados, muy por debajo de su productividad real, una situación satirizada por Charles Chaplin en su cinta “Tiempos modernos”, en la cual los trabajadores estaban prácticamente atrapados en sus líneas de montaje fabril donde les daban de comer automáticamente, lo que atraganta a Charlot en una de las más graciosas escenas de la cinematografía mundial.

Pero las estadísticas comprueban que el nivel de salarios subió más rápidamente en los tiempos en que estos de determinaban por el mercado, que después de formarse los sindicatos, promovidos por Roosevelt para hacerse con el poder.

En todas las economías del Segundo y Tercer Mundos, los salarios son libres, pues de lo contrario los efectos serían calamitosos. Pero esa es la lección que no han entendido los socialistas del Siglo XXI, que creen que pueden crear felicidad y prosperidad por decreto sin pensar en el resultado: la miseria socialista.