El rechazo al régimen de Ortega crece en Nicaragua

El final de la historia todavía se desconoce, pues el rechazo al régimen comienza a extenderse al resto del país y, sobre todo, en los territorios de “la gente del norte”.

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Foto Por Edgardo Hernández

Por El Diario de Hoy

2018-05-07 8:30:17

Para derrocar a Somoza en 1979 se montó una impresionante conjura, utilizando el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, execrable hecho y que más tarde se descubrió que había sido perpetrado por un grupo ajeno a la dictadura, pero que fue muy conveniente para los sandinistas.

De inmediato se desató una campaña mediática a nivel mundial contra Somoza como supuesto autor, lo que llevó a una serie de concatenados hechos que fue socavando su posición.

En agosto de 1978, los sandinistas se tomaron el Palacio Nacional de Managua y secuestraron a funcionarios y a otras personas ligadas a Somoza para liberar guerrilleros apresados. Posteriormente el régimen somocista enfrentó un embargo de armas y el corte del suministro de gasolina.

Al mismo tiempo los sandinistas, con ayuda cubana y de guerrilleros internacionalistas, usaban territorio costarricense para escapar y reabastecerse, además de que el gobierno venezolano de Carlos Andrés Pérez aterrizaba sus aeronaves en ese país para repeler una eventual invasión somocista.

Implacables jefes de la Guardia, como el comandante Bravo, mantuvieron a raya a los sandinistas como lo habían hecho sus antecesores por décadas, pero no pudo sostenerse por mucho tiempo.

Al caer el régimen de Somoza, debilitado por el embargo de armas y pertrechos, el comandante Bravo huyó a El Salvador y luego a Honduras, donde fue asesinado, como poco tiempo después lo fue Somoza en Paraguay.

El triunfo de los sandinistas, con la intervención cubana y fuerzas de internacionalistas, llevó a fortalecer las guerrillas centroamericanas y a la devastación de territorios por guerras internas.

Nada de eso está ocurriendo respecto a la dictadura de Ortega en Nicaragua, que ofrece “diálogo”, viene masacrando a opositores y se atrinchera con la tropa que en parte paga Venezuela.

La “comunidad internacional” guarda silencio

El final de la historia aún se desconoce, pues el rechazo al régimen, patentizado inicialmente en Managua, comienza a propagarse al resto del país y, sobre todo, en los territorios de “la gente del norte”, nicaragüenses fuertes, decididos y aguerridos, hartos de la pobreza y la amoralidad causada por el sandinismo.

Como un apunte histórico, Sandino no fue comunista, al punto que rompió con Farabundo Martí, quien se había unido a la guerrilla sandinista que combatía contra la presencia de tropa de Estados Unidos en Nicaragua.

Sandino dejó su lucha, hizo la paz con el primer Somoza y, al salir de una reunión con él, fue asesinado. Pero “quien a hierro mata a hierro muere” ( lo que obviamente no siempre se cumple ): el viejo Somoza como su hijo fueron asesinados posteriormente.

Es evidente ahora que pocos se pronuncian contra la salvaje represión en Nicaragua, como ocurrió también con Venezuela. Decenas de estudiantes y trabajadores fueron masacrados en las últimas semanas por protestar contra una injusta reforma que golpeaba a los jubilados y al sector laboral. Mucha gente observa que la “comunidad internacional” se quedó callada, lo cual no hubiera ocurrido si los represores hubieran sido el mismo Somoza o Pinochet.

Fortalecer el sistema interamericano para que pueda intervenir cuando en un país hay graves violaciones a los derechos humanos y a la democracia es de rigor, como cuando vecinos intervienen en una casa donde un desquiciado masacra a su familia.

No debería ser necesario que la casa ardiera para erradicar las plagas.