Sin moralidad e instrucción notorias un país va a la deriva

Un presidente debe actuar como un maestro ajedrecista, que mentalmente analiza cuáles, entre miles de posibilidades, son las que conducen a una victoria. Para ello es importante el conocimiento profesional profundo y una permanente actualización.

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2018-03-19 10:07:56

La Constitución de la República dice que los candidatos a la Presidencia de la República deben ser personas con moralidad e instrucción notoria, para asegurar en alguna medida que sus actos se ciñan a lo ético y honesto, además de contar con la capacidad de conducir la nave del Estado con acierto y prudencia.

En una mayor o menor medida hasta Francisco Flores los presidentes tuvieron grado académico.

Militares profesionales, con estudios de Estado Mayor fueron Sánchez Hernández y Arturo Armando Molina al graduarse en una escuela militar superior en México recibió el sable al mejor desempeño sobre el resto de oficiales mexicanos y de otros países. Hasta los oficiales golpistas del 79 eran diplomados de Estado Mayor.

¿Por qué se exige instrucción notoria para optar al cargo de presidente de un país?

La respuesta es evidente en sí misma: los problemas y retos que enfrenta un presidente son muy complejos, lo que exige soluciones que se adapten a esos problemas, fruto de un número grande de recursos intelectuales, incluyendo las que muestren parte de la cadena de consecuencias que cada acto puede tener.

Y en esto un presidente debe actuar como un maestro ajedrecista, que estratégicamente analiza cuáles, entre miles de posibilidades, son las que conducen a una victoria. Para ello es importante el conocimiento profesional profundo y una permanente actualización.

Pero funcionarios sin mayores conocimientos apenas pasan del primer efecto de una medida, como si no existieran otras posibilidades.

La ignorancia, la improvisación, son audaces, precisamente porque el mundo del charlatán, del “mediocre”, es estrecho, carece de horizontes y por lo mismo esa clase de individuos continuamente se embarrancan al no ver más allá de sus narices.

Solo hay que ver cómo la ambición y la limitación del entendimiento llevaron al régimen de Funes a acabar con proyectos promisorios como el de ENEL con suministro de energía eléctrica a gran escala, no contaminante y de fuentes inagotables, el calor de las entrañas de nuestra tierra.

Pero después de eso los encargados del suministro energético del país no dan pie en bola y los precios de la electricidad en El Salvador son los más altos de la región (lo que resta competitividad a la producción salvadoreña y nos obliga a depender más y más del búnker).

La gente más educada académicamente tiende a ser más educada en lo personal, aunque patanes en el trato los hay en todas las esferas de una sociedad.

Ser presidente no es
licencia para “vengarse” y perseguir

Exigir “moralidad notoria” tiene como propósito que un presidente no considere el cargo como una especie de “patente de corsario”, una licencia para tomar venganzas de imaginarios agravios, perseguir opositores, amenazar y creer que los cargos públicos son canonjías que se reparten a los compinches.

Los resultados de la falta de “moralidad e instrucción notoria” son muchos y muy graves: pactos con pandilleros, violencia incontrolada, corrupción, francachelas, viajaderas que no dejan nada al país, éxodo de maquilas y otras fuentes de trabajo, creciente desempleo, violencia casi incontrolada grandes sectores del territorio en poder de extorsionistas y pandilleros, esto ultimo resultado de la ciega supresión de la Guardia Nacional, por venganza, que dejó al país a la deriva.