Siguen votando por Maduro pese al daño a salvadoreños

Sorprende la ceguera del Gobierno salvadoreño apoyando la dictadura venezolana con votos en la OEA, votos que ni hunden ni salvan a Maduro y a sus secuaces, a quienes les está llegando rápidamente la hora.

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2017-06-25 8:05:38

Graves consecuencias tendrá para el país si continúa apoyando la dictadura de Maduro, pues una cosa es salir en defensa de Venezuela y otra votar en favor de un régimen despótico.

Pero ceguera es ceguera y seguir respaldando un régimen que tiene sus días contados, aunque eso afecte a centenares de miles de salvadoreños que viven en Estados Unidos y poner en riesgo las relaciones actuales con ese país, es el colmo de la terquedad.

No se puede apoyar a quienes enfrentan denuncias de narcotráfico, ponerse de lado de las pandillas y grupos criminales que mueven la droga, apuntalar a quienes están asesinando a lo largo del corredor de la infamia.

Son tantas las tragedias personales, de familias, de comunidades causadas por el tráfico y el consumo de droga que toda persona decente rechaza las posturas de El Salvador y de gobiernos que siguen respaldando el régimen de Maduro, como se vio con el vacío a la reunión convocada en El Salvador para Venezuela: no asistió ninguna delegación hemisférica importante.

Hay que pensar en lo que la droga hace a personas que caen en el vicio.

La primera consecuencia es que a esas pobres almas y una vez que el vicio sobrepasa un nivel, las echan de sus casas y de sus trabajos, las dejan en la calle sin ingresos y sin sustento. Al verse abandonadas, la única opción para sostener su vicio y sostenerse ellas mismas es robar o prostituirse.

Son literalmente gente sin hogar, pues la mayoría no tiene ni siquiera una tienda de campaña donde vivir, sino que quedan tirados en bancas de parques, aceras de ciudades, en el suelo.

Hace unos años se conoció la tragedia de un periodista y presentador de noticias destacado, Guillermo Descalzi, que cuando el vicio lo poseía deambulaba por Washington envuelto en cartones o lo que fuera, recibiendo limosnas de personas que lo habían conocido en mejores tiempos.

Descalzi, hasta donde sabemos, se recuperó varias veces y varias veces volvió a caer. Y con franqueza, pues no podía esconder lo que todos sabían, hablaba de su tragedia, inclusive cuando visitó a El Salvador.

La Baldetti se involucró con la droga
y ahora será extraditada a EE. UU.

La droga no respeta posiciones sociales, edades, profesiones ni a nadie ni nada.

Pero los peores estragos de la droga se encuentran en los barrios bajos, donde usarla es una especie de “pertenecer”, de ser parte de grupos automarginados.

Se llega a tal punto que en las barriadas de grandes y medianas ciudades estadounidenses, por la fuerza inyectan droga a jóvenes escolares para tener más “carne de cañón”, vidas desgraciadas que sostienen la red de traficantes, desde “los Perrones” hasta el “Chapo”.

Y que son muchos en posiciones políticas o de poder los que se involucran con el narcotráfico lo demuestra el caso de la expresidenta de Guatemala Roxana Baldetti, que será extraditada a Estados Unidos por sus vínculos con el narcotráfico.

Hay que leer la historia de Pablo Escobar, un genio de la organización, que inició su vida robando llantas de vehículos, llegó a billonario y terminó muerto a tiros en un tejado de Barranquilla.

Sorprende la ceguera del Gobierno salvadoreño apoyando la dictadura venezolana con votos en la OEA, votos que ni hunden ni salvan a Maduro y a sus secuaces, a quienes les está llegando rápidamente la hora. El voto es una señal de nula sabiduría.