Sobra dinero para muchos, pero en menoscabo de lo esencial

Llegado el momento un Tribunal Electoral sin dinero queda con las manos amarradas y sin poder garantizar que los ciudadanos expresen sin limitaciones su voluntad.

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2017-04-24 9:24:56

No es negociable dotar o no al Tribunal Supremo Electoral de los recursos imprescindibles para llevar a cabo las próximas elecciones sin tropiezo, pues al no hacerlo el partido con dinero en la mano podrá perpetrar un fraude, como alega la oposición que fue el caso en las pasadas elecciones presidenciales, en parte por la censura a los medios y a los partidos sobre el pasado del oficialismo y sus candidatos.

El gobierno está regalando grandes cantidades de dineros públicos a entidades que les son afines, universidades, ONG, movimientos sin moral, etc., pero ahora sale con que no hay recursos para que uno de los pilares fundamentales de la democracia cumpla con su cometido. Con ello les queda claro a los salvadoreños que sobra el dinero para malgastarlo o para inconfesados propósitos, pero no para cumplir con sus funciones esenciales.

La extrema izquierda viene sistemáticamente saboteándolo todo, quedándose descaradamente los ahorros de los trabajadores (lo último fue decretar pagos a cinco años plazo de lo que han venido “prestando” a ridículas tasas de interés, postergables esos pagos a otros cinco y así al infinito) por lo que llegado el momento un Tribunal Electoral sin dinero queda con las manos amarradas y sin poder garantizar que los ciudadanos expresen sin limitaciones su voluntad. Para manosear los comicios una de las partes tendrá los medios a su alcance.

Las elecciones son uno de los mecanismos esenciales en manos de la población para controlar los actos de sus gobernantes, de hacerlos responsables de salvaguardar el Orden de Derecho, proteger las libertades e instituciones esenciales, como son, digamos, la independencia de jueces, perseguir el prevaricato y no acosar injustamente a nadie. Y dentro de tal esquema, mantener los pesos y contrapesos institucionales, los que ahora y debido a oportunos convencimientos a legisladores, están siendo pisoteados.

En su enloquecido afán tras el poder total, la extrema izquierda está destruyendo las instituciones al nombrar a personas sin experiencia ni credenciales para dirigirlas, debilitando o aniquilando sectores productivos, el empleo, el crédito del país, las relaciones con las grandes democracias, la asistencia pública, la educación, la seguridad. Tan patética es la situación que se dice que desde un reducido número de penales se maneja el accionar de las pandillas, lo que comprueba dos cosas:

–la primera, que los encargados de la seguridad publica no tienen la capacidad de controlar las comunicaciones desde los penales, como tampoco de evitar que gente dentro de ellos tenga armas y teléfonos para hacerlo;

–la segunda, que algo relativamente simple de controlar, evitar el ingreso de ilícitos a los penales o centros de detención, escapa a los encargados de la seguridad nacional.

¿Qué país puede superar
gentíos de envilecidos?

Lo último son los blindajes que el oficialismo ha ideado para proteger a personajes investigados por presunta corrupción y sobre lo cual ya hemos escrito: uno de ellos, el que ha acumulado una gran fortuna ahorrando, lo que los sajones llaman “comerse el pastel pero también guardarlo”, equivale a gastar los salarios pero al mismo tiempo ahorrarlos.

Como está sucediendo con nuestros parques, arrasarlos es muy fácil pero reconstruirlos es asunto de años.

Volver a poner en pie una nación no es nunca fácil, en parte por el envilecimiento que muchos han sufrido, los “irrescatables”.