La gran sorpresa: el estrés alarga la vida

Un Premio Nobel francés, Alexis Carrel, sostuvo que los hombres con vidas agitadas, desafiantes y multifacéticas no sólo llevan vidas más interesantes, sino que además tienden a ser más longevos

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2015-10-20 9:55:00

Ponce de León, el gran explorador español del Siglo XVI, descubrió La Florida, subió a lo largo de la península para seguir luego explorando lo que es ahora Luisiana y Texas, para terminar en México en una gesta que, al día de hoy, asombra por lo azarosa, de enorme riesgo, en la que tuvo que vencer una enormidad de obstáculos y fracasar en descubrir lo que movió toda la hazaña: la fuente de la eterna juventud.

La Biblia habla de personajes que si bien no lograron ser eternos al menos hicieron el esfuerzo, en primera linea está Matusalén, al que le adjudican 969 años de vida (Génesis 5: 27) cuando se creía que la edad de la Tierra apenas sobrepasaba los seis mil años.

La ciencia contemporánea asegura que no hay motivo fisiológico para que los hombres no vivan ciento treinta o ciento cincuenta años, como las tortugas y los elefantes.

En las islas Galápagos hubo, hasta hace poco,  una que estaba viva cuando Darwin hizo su travesía en el buque “HMS Beagle”.

Hay nuevos estudios sobre la longevidad, entre los que destaca el del profesor Howard S. Friedman, sicólogo de la Universidad de California, que echan abajo algunos mitos. El primero, que el estrés no sólo no acorta la vida, sino que una medida de preocupaciones, empecinamiento y batallar, también la prolongan. Ya antes un Premio Nobel francés, Alexis Carrel, sostuvo que los hombres con vidas agitadas, desafiantes y multifacéticas no sólo llevan vidas más interesantes, sino que además tienden a ser más longevos.

Sorprende otro descubrimiento: que los niños que inician la escuela más tarde, digamos a los seis años, también viven más que los niños que desde muy pequeños van a “nido”, prekinder y kinder, pero se desaconseja que hablen dos idiomas muy temprano.
 

Vive como mortal, pero trabaja como eterno   

 Hablar frecuentemente dos idiomas, se ha establecido, pospone la entrada de la demencia senil en seis años, si es que la persona está predispuesta por su organismo. La otra conclusión es que si se hablan tres idiomas la protección duraría doce años; “cinco idiomas, treinta años…” En cuanto a los que a duras penas se expresan con claridad en uno, el estudio no lo determina. En los hombres divorciados, la parca es más cruel que en los que siguen casados, mientras en las mujeres el celibato o el matrimonio no hace diferencia.

A esto hay que agregar lo que es del saber popular: los atletas que hacen entrenamientos exhaustivos viven mejor hasta los cincuenta o sesenta años, pero, en adelante, los hombres normales los superan, confirmando la sabia máxima griega: ¡Nada en exceso! Doña Mercedes, cofundadora de EL DIARIO DE HOY, repetía lo de “vive como mortal pero trabaja como eterno”. Cuando soltera ella laboró en el ya desaparecido Banco Occidental, pero lo hacía con tanto denuedo y diligencia que un funcionario francés le aconsejó:

“No trabajes tanto que a ese ritmo vas a morir joven”. Más tarde, al contar la historia terminaba diciendo: “Ya ven que el trabajo no perjudica pues sigo adelante”.

La vida está llena de misterios y vivir mucho o morir joven es asunto de probabilidades y de lo que se va sembrando. Un amigo contaba que a su abuelo, muy aficionado al vino le quitaron medio hígado a los ochenta y tantos años: “pues con la mitad que me queda, duraré cuarenta más…”. Logró vivir otros diez.