No quieren que lleguen otros a destapar gusaneras

Es prácticamente imposible que la delincuencia se logre neutralizar y revertir mientras nuestro país no se incorpore a la lucha regional, lo que incluye asistencia directa de otros gobiernos y particularmente del Primer Mundo

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Javier Castro dirige el Departamento de Estudios Legales, de Fusades. Foto EDH / Archivo

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2015-08-12 8:56:00

El Ejecutivo, afirma uno de sus voceros, estudió las propuestas del exalcalde Giuliani para combatir la extrema violencia que se sufre, propuestas que “se incorporarán” a sus esquemas, y que “deben analizarse a partir de la realidad económica del país”, agregando que “el gobierno tiene su propio software para hacer un mapeo de delitos como sugiere…” el exalcalde.

Además el vocero se congratuló de que ARENA decida incorporarse al Consejo de Seguridad del actual gobierno.

“Los sueños, sueños son” en cuanto a contar con adecuados programas, ideas, experiencia y sobre todo personas y profesionales idóneos en el combate a la delincuencia, caracterizado en palos de ciego, a lo loco, en treguas fallidas que han fortalecido a los grupos criminales, en entregar la iniciativa al enemigo y en la obstinada negativa de trabajar en unión de otros gobiernos y fuerzas.

Es prácticamente imposible que la delincuencia se logre neutralizar y revertir mientras nuestro país no se incorpore a la lucha regional, lo que incluye asistencia directa de otros gobiernos y particularmente del Primer Mundo, en estudiar in situ lo que sucede, diagnosticar sus causas, elaborar programas para combatir el flagelo, participar en la dirección de esta lucha y reunir los medios y personal que se requiere.

Y en esto se trata de unirse en el combate contra una plaga social, de la misma forma como varios países han participado en la erradicación del ébola en África o las pestes pulmonares. Esto partiendo de una realidad: en igual forma como Afganistán está siendo casi aniquilado por el tráfico de la heroína, por la peste negra, la delincuencia y los narcotraficantes pueden echar abajo la vida en Centro-América, el Caribe y el sur de los Estados Unidos, a lo que se agregan movimientos de pandilleros en Europa.

Para algunos, la reticencia, las objeciones y la reafirmación de que “El Salvador puede por sí solo combatir la criminalidad” no pasa de ser una manera de impedir que otros vengan a destapar sepulcros y sacar a luz terribles gusaneras y podredumbre, sobre todo con las alianzas que sin confirmarse la población mira frente a sus ojos y hechos como la investigación que dice la Fiscalía que ha iniciado contra funcionarios pasados y actuales por su presunta relación con la llamada “tregua” de las pandillas.

Pero seguir encerrados y no buscar auxilios externos, puede colapsar la institucionalidad y causar una mortandad de horror.

Asesinan al testigo y los jueces levantan cargos 

Parte del problema es la inmovilidad de los personajes en cuyas manos han puesto el combate contra la delincuencia. “Ni hacen ni dejan hacer” ya que para todo se enarbola lo de “tenemos planes y estrategias que muy pronto se pondrán en vigor”, pero las cosas en vez de mejorar van de mal en peor.

Y van de mal en peor porque no hay nada más paralizante que la falta de ideas, el no saber qué hacer, el estar haciendo círculos alrededor de un punto sin avanzar.

Tampoco se comienza por medidas elementales, como sería vigilar a distancia los registros que se hacen a las personas que entran a los penales, o hacer barridos electrónicos y físicos para evitar las comunicaciones entre reos y sus secuaces fuera.

Piénsese en otro agravante: el asesinato de testigos sin que eso reafirme los cargos contra los responsables, cuando tendrían que suceder a la inversa: desde el momento en que alguien presencia un homicidio, sus declaraciones deben considerarse “selladas y definitivas”.