Es legítimo indagar lo hecho con donativos entregados

A los que están metidos en la burbuja roja lo que les preocupa es que se pregunte sobre el uso de donativos y no sobre la grosera inefectividad de su aparato de seguridad

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Jonathan Philippe es uno de los extranjeros más rentables en los albos. Será su segundo torneo en el equipo. Foto EDH

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2015-06-29 5:00:00

Es absolutamente legítimo que el representante de un país, persona o grupo que hagan donativos a las causas que fueren, pregunten cuál fue el destino que se dio a ese dinero, en qué obras se emplearon, quiénes salieron beneficiados.

En ningún caso indagar constituye una intromisión “en los asuntos internos de El Salvador”, pues hacerlo no se relaciona con otra cosa distinta al propósito enunciado al otorgar esa asistencia.

En el caso que nos ocupa, la pregunta es la que se hace muchísima gente en esta tierra: ¿Qué hacen los rojos con los préstamos y donativos que reciben, considerando que no se ve obra realizada de algún significado o utilidad, que préstamos otorgados no han sido utilizados y, por tanto, no se desembolsaron, que tanto la seguridad como los servicios públicos están muy mal y, para remate, que la mayor parte de ese dinero tendrá que pagarla la población, no los grupos y entidades que los manipulan?

Que se pregunte lo que se ha hecho con los recursos donados para mejorar la seguridad y perseguir la delincuencia tiene una adicional validez: las pandillas que están ensangrentando a El Salvador han comenzado a extenderse por otros países, al extremo de que un miembro de ellas intentó matar a un conductor de ferrocarril en Italia.

¿Se puede ignorar la mortandad que ese asesinato habría causado dejando sin control un tren que corre a casi trescientos kilómetros por hora?

Bien se sabe, por las denuncias publicadas, que pandilleros han comenzado a aparecer en España y otros países de la Unión Europea.

Como con las pestes, es difícil aislar a un país que sufre de violencia desbordada, de los países vecinos o del resto del mundo. Y aquí se revive uno de los horrores de previos años, el surgimiento de internacionales del terror vinculadas entre sí, que se prestan apoyo, esconden o refugian terroristas, lavan dinero…

La ministra de Salud tuvo bajo su protección a un miembro de las Brigadas Rojas italianas involucradas en el secuestro y asesinato del expremier Aldo Moro. Y el pago del rescate de un recordado hombre de bien secuestrado aquí, en El Salvador, y luego muerto, se hizo en Argelia.

La inepcia, caldo de cultivo de la criminalidad y el terror

El problema de la seguridad en el país, que según el gobierno “sólo afecta a cincuenta municipios” —¡apenas cincuenta, aunque las atrocidades salpiquen a todo el territorio!—, es la inepcia, la falta de ideas, la negativa de trabajar con la región, la carencia de adecuada inteligencia para identificar las estructuras y la falta de ganas.

Si a los que están metidos en la burbuja roja lo que les preocupa es que se pregunte sobre el uso de donativos y no sobre la grosera inefectividad de su aparato de seguridad, están de espaldas a los sectores de trabajo del país y del resto del mundo.

El viernes de la semana pasada, como para acentuar la urgente necesidad de hacer una revisión de los esquemas en pie para combatir la violencia y el terrorismo, tres atentados tuvieron lugar en el mundo: una decapitación en Francia, que era parte de un plan para volar una bodega de gas; atentados en Túnez y ataques en Kuwait.

El crimen avanza con la incapacidad de las autoridades.