Lo primero que se hizo fue limpiar la porquería

No se puede llevar a cabo una gestión positiva en favor de una comunidad, de una ciudad, si sus autoridades no trabajan con las puertas abiertas de par en par, cuidando hasta el último centavo

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Momento cuando eran sacados del hotel los oficiales de FIFA por agentes del FBI. Foto EDH

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2015-06-07 5:00:00

reguntaron a Ronald Reagan, el gran Presidente de Estados Unidos, cómo encontró las cosas al llegar al gobierno.

“Al asumir la presidencia yo recordé”, fue su respuesta, “cuando con Nancy compramos un rancho. Lo primero fue limpiar los establos, que estaban inundados de porquería; pasamos semanas de semanas limpiando…”.

Esto es lo que le está tocando al flamante alcalde D’Aubuisson, en Santa Tecla: ha descubierto, a los pocos días de asumir el cargo, deudas muy grandes e inexplicables, contrataciones indebidas, otorgamiento de permisos sin seguir trámites y mucho similar, a lo que se agrega que son casi un ciento de obras realizadas en las faldas del Volcán de San Salvador que no tienen autorización del Ministerio del Medio Ambiente y que se realizaron sin que la municipalidad dijera ni pío.

Y a eso se suma la conocida maña de anteriores concejales, según se dice, de pedir “donativos” antes de dar autorización alguna, de los cuales nadie da cuenta.

Fue parecida la experiencia que tuvo Norman Quijano cuando asumió la Alcaldía de San Salvador: la ciudad estaba sucia, descuidada, llena de prostíbulos, con camioncitos chinos inservibles, una gigantesca deuda y con las instalaciones arrasadas, sin equipos ni mobiliario ni nada, todo levantado por los salientes.

La exalcaldesa pasó a Salud, donde sus dotes de administradora y su eficiencia se reflejan en el estado de los hospitales y las clínicas públicas.

Quijano hizo muy bien en entregar con cuentas claras la municipalidad, conociendo lo que ahora se instaló…

Las entidades públicas, los servicios que sostiene el Estado, los presupuestos, lo que hacen funcionarios y los servidores, no son canonjías para enriquecer a nadie o empleos que se dispensan al cuñado o a la nieta, sino puestos para cuidar lo que es de todos, para administrarlo bien, para que los pobres más pobres puedan curarse, ser protegidos, educarse y tener la posibilidad de aspirar a algo mejor en sus vidas.

Y a esto se debe agregar que un Estado que funciona con transparencia, que cuida el patrimonio de la gente, que oye a otros y está presto para analizar, discutir y pensar más en el público que en sí mismo, sienta el ejemplo general y, con ello, promueve inversiones y la creación de empleo.

La transparencia es la base de las reglas claras. Las reglas claras ordenan el vivir de los pueblos.

Las deudas que se suscriben son cargas para todo un pueblo

Reagan no pudo hacer de su rancho un lugar que le diera satisfacciones y que pudiera desarrollar como empresa agrícola o lugar para criar corceles (era bien conocido su gusto por la equitación) mientras las cosas estuvieran emporcadas y en desorden.

No se puede llevar a cabo una gestión positiva en favor de una comunidad, de una ciudad si sus autoridades no trabajan con las puertas abiertas de par en par, cuidando hasta el último centavo.

Y eso de las deudas que dejaron los salientes en Santa Tecla equivalen a gastarse ellos el dinero pero obligar a otros al pago, en este caso a los pobladores tecleños, como con los endeudamientos que suscriben aplanadoramente los rojos en el gobierno: cargas sobre todos los salvadoreños.

¡Buena suerte, alcalde D’Aubuisson, en su ingente tarea de limpiar porquería..!