¿Quién hace la música? ¿El violín o el virtuoso?

Manejar estructuras productivas, sean fábricas, comercios o sembrados, es asunto muy complejo, como lo ilustra el hecho de que apenas un negocio sobrevive de cada diez que inician

descripción de la imagen
Comunidad celebró beatificación de Monseñor Romero. /

Por

2015-05-27 5:00:00

¿Quién crea la música, el violín o el virtuoso que lo toca?

Marx planteó la apropiación de los “medios de producción” por los obreros y campesinos, imaginando un mundo en el que los trabajadores, dueños de fábricas, grandes hornos, maquinaria y tierras iban a obtener el pleno fruto de su esfuerzo y compartirlo en una sociedad igualitaria.

Y en eso se ha quedado el movimiento comunista en esta tierra, soñando el momento en que fábricas, beneficios e ingenios, negocios diversos, sembrados, estén en su poder o bajo su control.

Los medios de producción hace ciento sesenta años, en la época de Marx, eran muy materiales, fábricas de acero y navieras, minas y puertos, puentes…

Pero hoy en día, en la era del conocimiento, los “medios de producción” están en la nube, son el cúmulo de conocimientos y experiencias de un grupo, el instinto y el saber de un emprendedor, datos y fórmulas que son intangibles pero no por ello menos reales.

Y mucho de ello está en los espacios cibernéticos, en la nube, en servidores dispersos en todo el mundo que procesan datos y entregan resultados, se trate de fórmulas para elaborar medicamentos o diseños de modas que luego se estampan sobre seda, pero que igual lo hacen en la India como en Italia.

En los años de la guerra, a partir de la toma de la Universidad Nacional, la izquierda de El Salvador se autoencerró en su postura “antiimperialista”, en la lucha de clases, en acciones violentas, en tomar como modelo países cerebralmente paralizados como fue Nicaragua y sigue siéndolo Cuba.

Pero la mayoría de salvadoreños siguió la evolución del tiempo, se capacitó y se incorporó al nuevo mundo de la tecnología, refinó su participación en los mercados globalizándose y compitiendo, se educó, aprendió idiomas, estudió fuera, recibió cursos de formación profesional, intercambió experiencias, se medía con sus iguales en el resto de los países centroamericanos.

El resultado es que el país está, en muchos sentidos, fragmentado en dos partes: los que no trabajaron, los que no son capaces de administrar, los que no entienden cómo funcionan las estructuras productivas, por una parte, y por la otra, los que si no son eficientes desaparecen como emprendedores.

Hay más de una señal

de interés por dialogar

Manejar estructuras productivas, sean fábricas, comercios o sembrados, es asunto muy complejo, como lo ilustra el hecho de que apenas un negocio sobrevive de cada diez que inician. Y sobreviven gracias a sus vi rtudes y a un toque de suerte, desde la perseverancia hasta el buen saber, pero nunca por privilegios que nadie demostró que dispensaran los grupos de poder.

Una sustancial parte de seres humanos corre tras la botija de oro al pie del arcoíris, movida por sus ilusiones e inclusive empujada por aquello de querer sobresalir, destacarse de la multitud. Y la justicia consiste en ocuparse de que todos, parejamente, tengan igual oportunidad, de que los dados no se carguen a favor de unos en contra de otros como sucede en las sociedades totalitarias y está pasando en este suelo, donde el partido comunista considera al país como un botín, el premio de sus meneos a lo largo de ocho décadas.

Pero el barco hace aguas y amenaza con irse a pique, lo que ha llevado a algunos dentro del régimen a buscar entendimientos, a sentarse a hablar.