La ruta cañera destrozando más vías de San Salvador

Aflige mucho a las personas de bien calcular el costo que tendrá para El Salvador y las actuales y futuras generaciones reconstruir y reparar lo que se está desbaratando, a lo que se suma el pago de la enorme deuda que pesa sobre los hombros de todos.

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Cerén en segundo plano, observa el intento de anotar de Borchers; Ricketts bloqueó

/ Foto Por Orlando City SC

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2015-04-12 5:00:00

La “nueva ruta cañera” que atraviesa varias calles del centro y la periferia de San Salvador está llevando a la destrucción de los pavimentos, el derribo de postes y tendidos eléctricos, ensuciando vecindarios, generando atascos y causando incontables inconvenientes a los vecinos, desde que el Viceministerio de Transporte la autorizara.

La solución perdurable, dicen los productores de caña, sería un anillo periférico que circunde la capital.

Pero cuando, durante la administración del expresidente Flores se duplicó el número de kilómetros de carreteras pavimentadas y se construyeron varios anillos periféricos, los comunistas se opusieron tenazmente a que se hiciera uno alrededor de la capital. Y para bloquear el proyecto sacaron a sus activistas a protestar que sus viviendas corrían riesgo, lo que iba a solucionarse moviéndolo a otros lugares.

Actualmente una sustancial parte de las calles de la capital y del país está siendo destrozada, pues sin aviso, discusión ni estudio el Viceministerio desvía rutas de buses a calles que no fueron diseñadas ni construidas para resistir el movimiento, los pesos de los vehículos y las vibraciones de las máquinas.

Y más grave es que la red de carreteras edificada durante la administración Flores no recibe un adecuado mantenimiento, si es que hay mantenimiento.

Destruir lo que está hecho es el signo de los rojos desde hace seis años: usan la infraestructura de todo pero no se ocupan en renovarla, repararla, adecuarla y modernizarla. De allí las escuelas en ruinas, clínicas y hospitales en estado deplorable, equipos que no funcionan porque nadie los repara ni mantiene, etcétera.

Mantener equipos, reparar calles, reconstruir lo que se deteriora es una de las funciones básicas de la buena administración, pues lo material se enferma cuando no lo cuidan, pero no se pueden esperar esos cuidados con las instituciones y la infraestructura en manos de personas que no se interesan en ello.

La oposición a los anillos periféricos y especialmente al que iba a circundar San Salvador no surgió de proyectos o ideas alternas, de imaginar otras soluciones al problema y debatirlas, sino que fue resultado de impedir que un gobierno hiciera buena y meritoria obra por lo que eso les afectaría en sus posturas políticas, oponerse por oponerse, estorbar por estorbar.

La misma actitud impidió que se concesionara el Puerto de La Unión, o se procediera a renovar y reedificar el aeropuerto internacional, lo que ha tenido un alto costo para el país en oportunidades perdidas y el estar manteniendo a un elefante muerto.

El enorme costo que tendrá

reconstruir El Salvador

Aflige mucho a las personas de bien calcular el costo que tendrá para El Salvador y las actuales y futuras generaciones reconstruir y reparar lo que se está desbaratando, a lo que se suma el pago de la enorme deuda que pesa sobre los hombros de todos.

Se suscriben préstamos para todos los objetivos imaginables, pero nadie ve en qué programas ese dinero se refleja, fuera de las fastuosas fortunas de funestos depravados, en mansiones inmensas, en viajes inútiles pero muy costosos.

Devolver el país a los niveles que había alcanzado antes de la guerra de los Ochenta tomó muchos años y muchos recursos. Y ahora se está cayendo en una igual calamidad, obra de expertos en dividir, aniquilar y sembrar el odio.