Especulando pretende el MAG dar de comer al país

Al fijar precios, acosar a comerciantes, forzar a agricultores a sembrar una cosa u otra, el gobierno se transforma en el único y mayor especulador y el más pernicioso.

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por

2015-02-03 5:00:00

Nunca, desde que se comenzó a hablar de “especuladores” en este país, se encontró uno, pese a que una pobre comerciante de víveres fue acosada por las autoridades hace medio siglo, para casi de inmediato liberarla de cargos.

Y hace un corto tiempo los del MAG volvieron a la carga con lo de “especuladores” de frijol y granos básicos, de nuevo sin descubrir uno sólo a lo largo y ancho del territorio.

El único con vocación de especulador a nivel mundial es Nicolás Maduro, el déspota venezolano, que ha ido de La Seca a La Meca presionando a los países productores de petróleo para manipular los precios del crudo.

Ahora el MAG, capitaneado por un señor que nunca sembró un frijolar y que nunca trabajó en el comercio ni en el mundo real, pretende regir la producción de alimentos básicos, acosar a los comerciantes de granos para que digan cuáles son sus existencias y dónde las guardan y, de acuerdo con la denuncia que hacen miembros de ese sector, fijar precios.

No hay manera más efectiva para destruir la agricultura y generar escasez de alimentos, que poner a politicastros en el papel de gendarmes a decirles a quienes trabajan la tierra lo que tienen que hacer y cómo.

Pero al fijar precios, acosar a comerciantes, forzar a agricultores a sembrar una cosa u otra, el gobierno se transforma en el único y mayor especulador y el más pernicioso. Y especula pues parte de suposiciones de lo que le sale del hígado, de malquerencias o favoritismos, de lo que se le va ocurriendo.

En un mundo complejo y cambiante siguen con viejas supersticiones

Lo que corresponde a la Asamblea, decretar leyes para inspeccionar o no comercios y establecer o no obligaciones a los comerciantes, quiere imponerlo el MAG con un decreto ejecutivo, cuya validez o ilegalidad la debe determinar la Corte Suprema.

A ello se agrega que, de decreto ejecutivo en decreto ejecutivo, el régimen podría meter manos en todo, desde la venta de ropa o lo que se cobra en las pupuserías, hasta fijar a las fábricas procedimientos para embodegar materias primas y fijar topes a los precios en que deben vender a mayoristas y minoristas.

La alarma y las denuncias de los comercializadores de granos básicos son, además, prueba de que el MAG, en poder de gente desconocedora de ese campo, improvisados, en ningún momento consultó o se informó de lo que pensaba el gremio y las objeciones que le harían, pues a todos los tomó por sorpresa el exabrupto.

Es claro que el gobierno se guía por libretos marxistas que les pintan imágenes de cómo se mueve el mundo, los modelos que según ellos determinan la producción, las relaciones entre los factores y grupos que intervienen y así en adelante.

Pero el mundo es infinitamente más complejo de lo que las elucubraciones de fanáticos hacen suponer, a lo que se suma un hecho decisivo: no hay dos terrenos iguales como tampoco un clima parejo ni régimen de lluvias; todo cambia de un lugar a otro, de un año al siguiente, de lo que los mercados demandan hoy y lo que será mañana.

No existen dos campesinos iguales, dos comunidades iguales, dos topografías iguales, dos demandas iguales de alimentos ni dos formas iguales de cuidarlos o venderlos.