Los precios mueven la producción en los países libres

En una sociedad de economía libre, pese a intromisiones de gobiernos y planificadores, los precios se publicitan, varían de un día o un mes a otro, se ajustan a las cantidades que se compran y, gracias principalmente a los periódicos impresos, la población los conoce

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Panorámica de la planta de producción de Textiles Opico, que emplea a cerca de 1,000 personas en sus diferentes áreas. Foto de Expansión / Mauricio Cáceres.

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2015-02-02 5:00:00

En las dictaduras rojas no hay precios generales porque es muy escaso lo que se puede comprar. En Venezuela se sufre una terrible escasez de todo y, por lo mismo, el precio de una bolsa de detergente o una batería de automóvil se fija entre el que la tiene y los que la quieren, un retroceso al trueque de pueblos primitivos.

Pero en una sociedad de economía libre, pese a intromisiones de gobiernos y planificadores, los precios se publicitan, varían de un día o un mes a otro, se ajustan a las cantidades que se compran y, gracias principalmente a los periódicos impresos, la población los conoce y los puede consultar en todo momento.

Es ese uno de los grandes servicios que el comercio hace a ciudades y conglomerados al anunciar ofertas, precios y disponibilidades; el vendedor, al igual que el comprador de San Vicente, sabe lo que están costando los tomates en San Salvador, o la clase de ropa que está en oferta, o el valor de un vehículo… gracias a la difusión masiva de los precios y calidades en oferta, nadie camina a ciegas en los mercados de un país.

Hay precios para los alimentos como precios por la mano de obra, por los empleos en las ofertas de trabajo, por las viviendas y por electrodomésticos, por medicamentos y por pasajes, por todo lo imaginable.

Además los interesados pueden consultar por Internet lo que cuesta un determinado artículo en otro país y así regatear con el vendedor local.

Que la gente no sepa de precios es un objetivo comunista de siempre, pues al fracasar como productores y distribuidores (y el ejemplo es la escasez de todo lo imaginable en Venezuela y en Cuba, entre otros) al súbdito no le queda otro remedio que aceptar lo que le den, y aceptarlo después de pasar cuatro, cinco o siete horas en cola.

Nada de “quiero una camisa celeste con un cuello de tal estilo, manga corta…”. Si lo que hay son camisas de manga larga y a cuadros, se toma una camisa de manga larga y a cuadros. “Les guste o no les guste, punto”.

Cualquier persona puede hacer un ejercicio mental comparando los precios que se publican entre un almacén y otro, o las alternativas posibles a las camisas a cuadros o las faldas floreadas, con una ventaja adicional de gran importancia, más ahora que, como ejemplo, moverse en San Salvador es un infierno por obra del descabellado proyecto del Sitramss, “la trombosis nacional”: “los dedos caminan por uno, al ir de página en página”.

Publicidad y comunicaciones unen a individuos y comunidades

Hace muchos años visitó El Salvador una delegación de China comunista (entonces, pues ya superaron ese bloqueo mental) y llegaron a las oficinas de EL DIARIO DE HOY a conversar y comparar.

¿Se publican clasificados en los diarios de China?

No, no tienen anuncio ninguno.

Como al día de hoy no los tiene Granma, el único diario que se publica en Cuba y que por eso raras veces tiene más de ocho páginas.

En sociedades con periódicos y medios libres, los anuncios unen a grupos e individuos aunque estén en distintas partes de un país o del mundo. “Busco interesados en estampillas hindúes…” o “inscríbase en nuestros cursos de verano para personas jubiladas…” Nadie queda aislado.