La ciudad exhibe las cicatrices de la agitación comunista

Dios mediante la gente piense al votar y piense en lo que puede sobrevenir de vacío, de tenebroso, de vulgar y de permanente acoso al que piensa distinto y quiere cultivarse, aprender, disfrutar del arte

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elsalvador.com

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2015-02-25 5:00:00

El Gran San Salvador exhibe las terribles cicatrices de los disturbios, marchas, depredaciones y terror causados por los comunistas en los años que antecedieron a la agresión armada y que, en mayor o menor medida, se prolongan al día de hoy con el Sitramss.

Al transitar por el centro histórico, no hay pared que no se vea emporcada con los eslóganes y las pintas de aquellos años: “la salud no es mercancía”, “viva el FAPU”, “abajo el imperialismo”… calles que en previos tiempos tuvieron gracia, construcciones que evocan la amable ciudad de principios del Siglo XX.

Los alrededores del Palacio de la Policía están dilapidados desde que sus negocios cerraron a causa de aquellos desórdenes, iniciando el éxodo a la periferia.

Cada tarde, en los años Setenta y lo que se mantiene en parte al día de hoy manifestantes enmascarados bajaban por la Rubén Darío o la Calle Arce amenazando, ensuciando paredes, rompiendo ventanas y, con el paso de los meses, forzando negocios a cerrar.

San Salvador fue hasta entonces una ciudad en la que la gente paseaba por la noche y las calles se llenaban de estudiantes o grupos de amigos.

El terror inició, lo que fue una nefasta señal, en medio del Tercer Festival Internacional de Música Clásica, cuando un grupo enloquecido surgido en la Universidad Nacional de la época secuestró y asesinó al principal promotor del evento, Ernesto Regalado, en 1971. Ese Festival fue, en su momento, la culminación de una creciente actividad cultural y de proyecciones educativas que personas, asociaciones, gremios, vecindarios y gobiernos extranjeros patrocinaban sin echar mano de dineros oficiales.

Al día de hoy eventos artísticos, exposiciones, conciertos, teatro, festivales de poesía son montados y financiados por grupos independientes, por personas que apoyan esas superiores actividades cívicas.

No hay interés de los rojos en cultura, arte o intelecto

La vida cultural del país se desarrolla al margen del gobierno, del oficialismo, del movimiento comunista. La labor meritoria de la Municipalidad de San Salvador inició después de la llegada de ARENA.

Es en extremo raro que miembros del Ejecutivo, ministros, diputados rojos, miembros de los municipios oficialistas o universitarios exaltados estén presentes en una exposición, en conciertos de música, en muestras artísticas, en nada relacionado con literatura o bellas artes.

Desde el inicio de este funesto período, el gobierno ha cortado o suprimido la modesta ayuda que diera a organizaciones asistenciales como “Ayúdame a Vivir”, que cuida niños con leucemia; a la orquesta juvenil e infantil y la enseñanza de música, a grupos que cuidan orfelinatos y obras caritativas… nada que no sea activismo político, odio de clases, agresión al sector productivo y el sostén de una enorme burocracia parasitaria, es apoyado.

Y no se apoya porque en esas cabezas no hay espacio para lo cultural, el examen de problemas, la compasión, interés por la ciencia, curiosidad por lo que en otros países se hace por el entendimiento y el espíritu. En esos círculos se lee muy poco.

Dios mediante la gente piense al votar y piense en lo que puede sobrevenir de vacío, de tenebroso, de vulgar y de permanente acoso al que piensa distinto y quiere cultivarse, aprender, disfrutar del arte, sumergirse en la gran literatura universal.

El país no merece terminar como las casas en abandono de la Segunda Avenida Norte o las comunidades acosadas de la periferia.