El espíritu humano se libera en el humor y la ironía

Los cegados por el fanatismo, sean musulmanes fundamentalistas, marxistas a ultranza o tontos de capirote, tiemblan ante la sátira, la risa y la burla que los deja al desnudo

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2015-01-13 5:00:00

“París bien vale una misa”, dijo el rey Enrique IV de Francia al abjurar del protestantismo y adoptar la fe católica, frase irreverente que toca una faceta esencial de la civilización de Occidente: el humor, reírse de las propias fallas, ir tras dogmas, fanatismos y debilidades humanas con la espada de la ironía.

El hombre de Occidente aprende a sonreír, a buscar el lado amable de la crítica como también puede burlarse de los extremos de ceguera y estupidez en que caen los fanáticos.

En Francia, como en todos los países europeos, coexistieron a lo largo de su historia solemnes y feroces puritanos al lado de espíritus libres que les pinchaban con sátiras, burlas y chistes; los trovadores fueron los primeros “periodistas” y de seguro los que, en sus andanzas, reinventaron la risa, cuando Europa comenzó a levantarse después del colapso del Imperio Romano.

Francia es la cuna de Rabelais y Moliere, portentosos y burlones humoristas que abren el camino a Voltaire y, con ello, a la plena liberación del intelecto en el Siglo XIX.

Charlie Hebdo se ríe de los musulmanes como se ha reído de las veleidades y las tonterías de franceses vivos y muertos, al igual que de los pecados y estupideces que pasman a los hombres que piensan en los cuatro confines del globo.

La caricatura es una faceta medular de la expresión, diciendo con frecuencia lo que no se puede decir con palabras.

Cuando la heredera de los Reyes Católicos se casó, en 1496, con Felipe El Hermoso, éste llevó como parte de su dote el tesoro de los cuadros de Jerónimo Bosch, El Bosco, que son insolentes caricaturas de las veleidades de príncipes, clérigos y de la plebe de su tiempo.

Charlie Hebdo tiene sus raíces en El Bosco y en Daumier y hasta en las caricaturas de Monet, como se encuentran en el Juicio Final de Miguel Ángel que metió a un cardenal en el infierno y se retrató como la piel de San Bartolomé. Daumier trabajó, lo que es muy significativo, en varias publicaciones de inicios del Siglo XIX con rico contenido de caricaturas; la caricatura siempre asoma en la pintura de Toulousse-Lautrec y en obras de pintores chinos y japoneses como Hokusai.

Pretenden dar fuego a Francia, arrasar con la civilización

Los cegados por el fanatismo, sean musulmanes fundamentalistas, marxistas a ultranza o tontos de capirote, tiemblan ante la sátira, la risa y la burla que los deja al desnudo, en cueros en medio del Ártico. El que cree tener comunicación directa con Dios sabe que un chiste perfora el globo con que se remonta al cielo y, por lo mismo, persiguen el humor con toda saña.

Quien rige su vida por las voces que oye desde lo alto está condenado a no pensar.

Los asesinos que perpetraron la masacre en Charlie Hebdo –y amenazan con “hacer estallar a Francia”, arrasar con la civilización– actúan cegados por su fanatismo, incapaces de escapar del agujero negro del fundamentalismo islámico.

El Diario de Hoy cuenta con dos de los más agudos caricaturistas de la región, Ruz y Alecus, que se unen a otros caricaturistas y humoristas de este periódico como Bollani, Rigo, Nando, Toño Salazar, José María Peralta Lagos T.P. Mechín y otros que aportaron humor, gracia, ingenio y crítica, “poniendo al desnudo la verdad” y, con ello, defendiendo la sensatez y lo honesto en la vida de nuestros países.