Sale el humo por la ventana pero quedan las toxinas

Fumar es el más estúpido de los vicios, es difícil de vencer y, lo más grave, afecta a la familia y compañeros del fumador, pero también a los que nada tienen que ver con él

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El guardameta Carlos Cañas, no puede evitar el primer gol azteca en Montego Bay, Jamaica.

/ Foto Por CONCACAF

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2015-01-20 6:30:00

El humo de segunda mano de los cigarrillos afecta a los que fuman y no fuman, lo sabemos, pero además se ha descubierto otro efecto: los residuos de tercera mano que, en forma de partículas de tabaco y alquitranes, más la contaminación del ambiente, perjudican a niños y adultos. Fumar es el más estúpido de los vicios, es difícil de vencer y, lo más grave, afecta a la familia y compañeros del fumador pero también a los que nada tienen que ver con él.

Pongamos un caso obvio: el olor que queda de los cigarrillos en habitaciones, en muebles, en utensilios, en el pelo y la vestimenta de la gente. Aunque el humo se haya disipado después de abrir puertas y ventanas, quedan olores, permanecen partículas y las trazas las hay por doquier.

El término, “efectos de tercera generación”, fue acuñado por los médicos del Hospital General Mass, de niños, en Boston, para describir los efectos que esos químicos residuales tienen sobre la salud de los infantes y de los individuos que entran en contacto con él. Se pusieron varios ejemplos: Uno, el del padre que maneja y fuma, que abre las ventanas del coche o de la cocina para que salga el humo. Escapa efectivamente el humo pero quedan partículas que pueden ensuciar alimentos, la piel y los delicados órganos de los niños.

Dos, las partículas quedan en muebles, cojines, paredes, alfombras y la totalidad de lo que se encuentra en una casa. Esas partículas se esparcen a otras áreas en los zapatos o la ropa que se lleva.

Es corta la vida

para despilfarrarla

Los residuos, informa un artículo del New York Times, incluyen metales pesados, carcinógenos y hasta materiales radioactivos. Se pueden abrir, repetimos, las ventanas para sacar el humo, pero limpiar muebles, paredes, pisos, ropa y utensilios es prácticamente imposible. Se tiene que vivir con la porquería y, con frecuencia, se tiene que morir a causa de ella. Los efectos en los niños es lo que causó la alarma y la consiguiente investigación en el hospital, como se publica en el Journal of Pediatrics. La investigación fue dirigida por el doctor Jonathan P. Winickoff, profesor asistente de pediatría de la Universidad de Harvard.

Es lógico que con los avances en tecnología, renovadas investigaciones y mucha reflexión, se han ido descubriendo nuevas plagas para la salud, desde la obesidad y la presión arterial alta hasta los efectos del fumado. Los organismos de los seres vivos están en una permanente batalla contra microbios, venenos, metales perniciosos, la propia degeneración de los tejidos, etc. Al igual que los venados en una cacería real, perros, jinetes y toda una tropa de enemigos los persigue hasta alcanzarlos y darles muerte: “Siamo nati per morire”, hemos nacido para morir.

Es obvio que si el venado colabora con los cazadores fumando, engordando sin límite, desvelándose, comiendo alimentos grasosos, descuidando su presión, no revisándose cada cierto tiempo, termina en el asador antes de lo debido. Si además vive en La Campanera o vende droga de parte de una de las maras en guerra con otra, sus chances se reducen. Se dice que la principal causa de muertes entre jóvenes negros de Pontiac, Michigan, es el envenenamiento con plomo.

La vida es demasiado preciosa para despilfarrarla en estupideces.