La burla es al prisionero pero también a los pacientes

Es sorprendente que un jefe policial, como sería el caso tratándose de un juez o de otro funcionario judicial, se permita burlarse de personas que están bajo su custodia

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Los seleccionados realizaron sus prácticas en la cancha de la FESFUT

/ Foto Por Marlon Hernández

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2014-11-11 5:00:00

Cuando se supo que el expresidente Flores sufrió una trombosis y, por tanto, tenía que ser hospitalizado, un jefe policial dijo en tono burlón que lo remitieran al Hospital Rosales, seguro, se deduce, de que allí la pasaría muy mal.

El escarnio fue para Flores, persona que está a merced de sus carceleros, pero la mofa le cae también a los salvadoreños que no tienen otra alternativa que recurrir a los servicios de caridad y exponerse al desorden y las carencias que el sistema padece.

Es sorprendente que un jefe policial, como sería el caso tratándose de un juez o de otro funcionario judicial, se permita burlarse de personas que están bajo su custodia, sobre todo tratándose de una trombosis que se debe atender de inmediato, más cuando esos jefes nunca se burlan públicamente de criminales o sicópatas capturados y tampoco llevarían a sus familias a hospitales públicos.

Si hay burla, no hay cualificación ética, escrúpulos, para ejercer un cargo de esa importancia, pues la burla excluye la imparcialidad frente a un prisionero que no pierde determinados derechos, uno de los cuales es ser juzgado, y tratado, bajo el debido proceso. Y la burla es un atropello a ese principio.

Queda el otro aspecto: “que lo manden al Rosales”, lo que califica la clase de servicios que la gente sin recursos recibe en los nosocomios públicos.

Hay muy malos servicios y quienes padecen dolencias graves como es una trombosis no tienen más alternativa que jugársela sin remedio.

Hay malos servicios, pésimo estado de las instalaciones, deficientes o nulos mantenimientos a los equipos, desde rayos equis hasta la lavandería de ropa de los enfermos, a pesar de los esfuerzos y dedicación de muchos médicos responsables, que chocan contra la incapacidad y los favoritismos de quienes tienen en sus manos administrar y dirigir el sector Salud.

Y en esto es importante señalar que durante la presidencia de Flores, con las limitaciones de un país empobrecido por una guerra de doce años, Salud Pública funcionaba mejor, y funcionaba mejor porque quienes la dirigían eran profesionales capaces y buenos administradores, a diferencia de lo que sucede hoy en día.

Y los testigos de esa realidad son los médicos, que vienen denunciando el problema desde hace un largo rato, especialmente desde que inició “el cambio” hacia el favoritismo y la inepcia.

Los médicos son los denunciantes del desastre en Salud

El público es también testigo de ese desastre: con frecuencia los pacientes no tienen camas o deben compartirlas con otros, los exámenes se postergan y los necesitados a veces viajan en vano, las intervenciones quirúrgicas se suspenden por falta de insumos o por daños en el sistema de aire acondicionado de los quirófanos, faltan medicamentos, no hay jabón para lavarse las manos, los servicios sanitarios son todo menos eso…

Pero difícilmente se podría esperar otra cosa de nombrados a dedo por militancia política, no por calidad profesional.

Es predecible lo que sucedería en Nueva York, en Génova o en Kyoto a jefes policiales que se burlen de sus detenidos, como a quienes dirigen un sistema de salud donde la suerte de los pacientes es más que precaria a causa de los manejos políticos.

Los cargos públicos son para servicio de la población, no para tomar venganzas o recibir salarios como premio a una militancia partidista. Los cargos públicos deben estar siempre sujetos a la crítica y a normas sobre desempeño.