Chávez, Maduro y Venezuela, “los dioses que fracasaron”

Las señales del estrepitoso fracaso están por doquier: los mercados y supermercados de toda Venezuela, carecen de lo elemental, de lo que se espera en una nación normal: leche, huevos, pollos, azúcar, café…

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Jugadores holandeses festejan después de derrotar al Sevilla. Foto EDH

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2014-11-27 5:00:00

Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, además de contar con un territorio privilegiado, enormes yacimientos de hierro y minerales, un territorio vasto que comprende parte de la selva amazónica, caudalosos ríos…

Pero desde hace ya algunos años, particularmente en los últimos tres, sufre de una carestía aguda de comida, y faltan allí desde papel higiénico, enseres eléctricos, desodorantes, electricidad, agua y pasajes aéreos hasta medicinas y materias primas. Y, a partir del próximo mes, la dictadura va a imponer cartillas de racionamiento como las que existen en Cuba desde hace más de cuarenta y cinco años.

Los racionamientos que asignan a cada súbdito una porción de la escasez, son la más dolorosa confesión del fracaso, el síntoma inequívoco de la pobreza.

Pobreza dolorosa de un pueblo sentado sobre una cornucopia de riqueza…

Hace muchos años, después del discurso del entonces primer ministro soviético, Kruschev, denunciando la realidad del estalinismo con sus millones de víctimas, sus campos de concentración –campos de exterminio–, sus hambrunas y abismal desastre, un grupo de prominentes intelectuales y escritores europeos que habían sido seducidos por la propaganda, publicaron un libro titulado “El dios que fracasó”.

Como los “dioses” de Chávez, Maduro y la leyenda del chavismo “bolivariano” han fracasado ante los ojos de quienes no han renunciado a pensar ni han renunciado a la decencia y la verdad.

En un editorial, el periódico francés de izquierda, Le Monde, dice: “el chavismo ha arrastrado la economía del país a los racionamientos; la economía cayó bajo el yugo del régimen, se desalentó la inversión local y foránea, se impusieron controles de precios, de moneda, de comercio exterior…

“pero el sucesor de Chávez, agrega Le Monde, ha superado a su mentor: en un año consiguió paralizar la economía del país…”

El régimen salvadoreño pretende

hacer del país otra Venezuela

Las señales del estrepitoso fracaso están por doquier: los mercados y supermercados de toda Venezuela, carecen de lo elemental, de lo que se espera en una nación normal: leche, huevos, pollos, azúcar, café… a ello se suma que, a causa de los exabruptos de Maduro, las mercancias más elaboradas pero simples están desapareciendo, desde juguetes como las muñecas Barbie, hasta televisores y otros electrodomésticos.

Encima de ello los servicios públicos se han desplomado, como el suministro de electricidad, de agua, la recolección de basura, no digamos los asistenciales en clínicas y hospitales.

Caracas, prosigue Le Monde, se ha convertido bajo el chavismo en la capital más peligrosa del planeta: en el país se registran 25 mil homicidios por año, además de crímenes como secuestros, robos a mano armada, asaltos a establecimientos, et alia.

El principal atracador, hay que señalarlo, es el régimen, que como resultado de la impresión de billetes le roba un cincuenta y tanto por ciento anual de su salario a todos los laborantes, la “inflación” que los gobiernos tratan de presentarla como una plaga bíblica contra la cual nada se puede hacer.

En términos simples: alguien que gana cien a principio del año, al final sigue recibiendo la misma cantidad de billetes, pero que compran (cuando hay sobras qué comprar) sólo cuarenta por ciento de lo anterior.

El “modelo venezolano”, que es un modelo de la infamia, sigue cautivando a los que capitanean el régimen salvadoreño, que no se aguantan para uncirse a ese atascado carro…