Y ahora quieren planificar el gran reparto de la pobreza

Los planes quinquenales vienen a ser las camisas de fuerza que impondrán a la gente, sin más alternativa que obedecer

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Foto Por edhdep

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2014-10-16 5:00:00

Planificar es ver hacia el futuro, pero una cosa es cuando se planifica para progresar y otra cuando se planifica para controlar a un pueblo.

Funcionarios del gobierno han anunciado la elaboración de un “plan quinquenal”, lo que es de rigor en los países socialistas, comunistas y dictatoriales, pero inexistente en las democracias y estados libres. Como dijo en El Salvador el padre del Milagro Alemán, Ludwig Erhard, “ni yo mismo puedo anticipar lo que haré en dos días, mucho menos lo que el resto de habitantes de una nación va a querer o llevar a cabo”.

En las dictaduras no se trata tanto de pronosticar el mañana cuanto de fijar reglamentos y moldes a los cuales deberán adaptarse los súbditos. Los planes quinquenales vienen a ser las camisas de fuerza que impondrán a la gente, sin más alternativa que obedecer.

Las dictaduras comunistas inexorablemente se convierten, como está sucediendo a El Salvador, en regímenes de escasez, donde la producción no alcanza para satisfacer necesidades y deseos, por lo que el plan quinquenal se transforma en un sistema de reparto de pobreza.

De dónde saldrán los planificadores de las vidas salvadoreñas es fácil de establecerlo: son los que diseñaron y vienen ejecutando el Sitramss y toda una amplia secuela de programas: las doscientas cincuenta mil nuevas viviendas que siguen sin edificar, las ocurrencias de los repartos de uniformes, la paralización del Puerto de La Unión y la no renovación del aeropuerto internacional, el desastre de Nuevo Mejicanos, el hoyo de El Chaparral, las escuelas calamitosas, la “tregua” entre pandillas, los fracasados planes de seguridad… no han acertado ni una sola vez.

Hay notables ejemplos de países y gobiernos que fijaron metas para su desarrollo y lo lograron. Corea apostó por la industrialización construyendo una enorme fábrica de acero, como España sentó las bases, con Manuel Fraga, para el desarrollo del turismo mientras Nueva Zelanda enfocó sus esfuerzos para copar el mercado mundial de la mantequilla, del cordero y de la lana.

Uno de los últimos ejemplos es el de la India y su énfasis en tecnología y formación de científicos y matemáticos, lo que ha creado un “Valle del Silicón” en Bangalore. Y lo mismo se puede decir del apoyo del régimen chino a la industria de alta tecnología.

Pero en todos estos casos, la planificación no trató de eliminar, reducir o ignorar las fuerzas del mercado, vale decir la fuerza de las decisiones que cada persona hace en el ejercicio de su libertad para escoger, comprar, patrocinar o rechazar.

Gente sin experiencia ni capacidad pretende regir la vida del país

Los consumidores, “los reyes de los mercados”, hacen que ciertos productos o tendencias en la moda se impongan sobre otros; en los regímenes socialistas lo que se usa o no se usa lo impone el grupo en el poder; Mao obligó a todos los chinos a llevar una igual prenda de vestir.

Y sin una abierta planificación, muchas de las decisiones gubernamentales en El Salvador apuntan a esa clase de imposiciones, como el acoso montado a los comerciantes de granos o lo sucedido con las tarjetas de crédito y ahora con las transacciones bancarias; gente sin experiencia y escasa capacidad quiere imponer sus ideas sobre el país entero.

De un régimen que excluye de sus estructuras a todo aquel sin militancia comunista, solo calamidades pueden esperarse.