La gran fiesta de septiembre que hizo famoso a octubre

Múnich, además de ser una urbe festiva, o que así lo parece, es un centro de arte, de arquitectura barroca, de iglesias y templos con larga historia, de palacios y jardines

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2014-09-30 5:00:00

Pese a que se celebra principalmente en septiembre, octubre cuenta con la universal fama de la “Oktoberfest”, de Múnich, la capital de Baviera, donde concurren amantes de la cerveza, festivos turistas, alegres comparsas, curiosos y, en primer lugar, los propios muniqueses que esperan a que pase la locura de los primeros días para disfrutar de la “gemuetlichkeit”, el entrañable ambiente de las cinco emblemáticas cervecerías.

¿Una colosal feria de pueblo? En gran medida lo es, como lo son las verbenas españolas, las fiestas agostinas en este suelo y las que en todo el orbe se realizan con pompa y colorido.

En Roma se celebraban las saturnales, liberando a los sexos de la reclusión, como también en Múnich se percibe que al lado de lo familiar hay muchos cumplidos, muchas miradas y mucha coquetería… ¡Ay qué tiempos, señor don Simón!

Para estas fechas una significativa porción de muniqueses y muniquesas se visten a la usanza local, que son pantalones cortos de cuero y tirantes con botones de cuerno de venado, hasta los “Dirndl” de las mujeres que, en parte, se adornan con un delantal como símbolo de la casa. Y todo rematado con los sombreros de fieltro adornados con pequeños o sustanciosos penachos de plumas, o chalecos muy bávaros.

¡Los escotes de las muniquesas…!

La fiesta inicia cuando las carrozas de las principales cervecerías desfilan desde el centro de la ciudad hasta “la pradera”, “die Wiese”: a las doce del mediodía el alcalde abre el primer barril, se llenan las primeras jarras y “hasta ver a Dios”. En este dos mil catorce se calcula que un millón de personas se empinaron en los primeros días un millón de jarras, cada una de un litro… y otros valientes siguieron hasta que sus camaradas (o el comando policial de borrachos) tuvieron que sacarlos en hombros, como el bacalao de la emulsión de Scott. ¡Ay del día post excesum!

Al día siguiente del desfile de las cervecerías, simpático pero no un evento mundial, se lleva a cabo el desfile de las cofradías y los barrios y los amigos y los grupos que hacen gala de sus lindos y hasta deslumbrantes trajes y adornos; en este dos mil catorce, siete mil muniqueses desfilaron; el “Trachtenzug” es una especie de enorme pasarela, más colorida y original que cualquier pasarela de modas.

Un espectáculo para ver…

Templos, santos, parques, museos: las esplendorosas riquezas de Múnich

Múnich, además de ser una urbe festiva, o que así lo parece, es un centro de arte, de arquitectura barroca, de iglesias y templos con larga historia, de palacios y jardines. Centro de peregrinaje local es la iglesia “Bürgersaalkirche” donde se venera el beato Rupert Mayer, un sacerdote católico que murió en un campo de concentración nacionalsocialista y donde fue infatigable en consolar a las víctimas, en mantener la fe y la compasión en medio del infierno.

Los fieles rezan al lado de su tumba y besan su efigie.

En Múnich está el parque urbano más grande del mundo, “der Englishegarten”, que arranca en la ciudad y luego se extiende por la campiña, llegando al Danubio y perdiéndose en bosques y montañas de supremo verdor. Y allí muniquesas y suponemos que también muniqueses, toman el sol como vinieron al mundo… En Múnich sobran cosas que mirar.