Por creer saberlo todo están arruinando el país

Los productores, los que sostienen el empleo y fabrican lo que la población consume, tienen que estar reinventándose, invirtiendo, innovando. Pero además deben defenderse de la depredación fiscal, del desaliento que cunde

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elsalvador.com

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2014-09-10 5:00:00

La actual crisis que golpea a nuestro país –crisis moral, institucional, económica, humana— sólo se puede superar, o mitigar, a través de un entendimiento entre sectores, iniciativa que, por lógica, tiene que partir del gobierno y de quienes capitanean el partido oficial.

La buena voluntad existe de parte de la sociedad civil, de los productores, de la gente que tiene que ganarse el pan con su propio esfuerzo. Ellos mantienen la economía, perseveran en lo que hacen, no se dan por vencidos y ponen la mejor cara al mal tiempo, a los vendavales políticos que azotan esta tierra así como a la carnicería atroz que golpea a familias y a comunidades, al país entero.

Pero el régimen se resiste a admitir sus errores, a cambiar de rumbo, a oír otras voces que no sean las suyas. La peor señal es la composición del gabinete ministerial, formado desde hace cien y tantos días por militantes de la línea dura, con un par de excepciones que sirven más como mamparas que de ventanas a la realidad que se vive.

Es grave, en tal contexto, la inexperiencia y limitada preparación de quienes integran los equipos oficiales, de las personas que tienen en sus manos administrar la cosa pública. Cuando se dio a conocer el gabinete, fue trabajoso averiguar sobre ellos, sobre lo que hacían, de su formación previa.

En contraposición a la falta de idoneidad de los que integran el equipo de trabajo del régimen, afuera, “en la calle”, hay enorme movilidad, complejas relaciones de trabajo, muy dura competencia interna y externa, condiciones que cambian día a día o minuto a minuto.

Los productores, los que sostienen el empleo y fabrican lo que la población consume, tienen que estar reinventándose, invirtiendo, innovando. Pero además deben defenderse de la depredación fiscal, del desaliento que cunde, de lo que a un funcionario se le ocurra condiciones que, la mayoría de veces, se transforman en reglas o exigencias que retardan, hostigan y que pueden llegar a destruir.

Para ejemplo están las denuncias de los comerciantes de granos básicos sobre el acoso montado por la Defensoría del Consumidor contra ellos, como la noción de que la carestía de frijol y las alzas de precios son causadas por “acaparamiento”, el petate del muerto con que se quiere asustar a los pobladores.

Recaudan ríos de dinero

pero no les salen las cuentas

Nadie es dueño de la verdad y menos aquellos cegados por fanatismos, confundidos por ideas preconcebidas, víctimas de su soberbia. Que esto priva dentro del régimen lo comprueba la nula voluntad de dialogar, de corregir curso, de admitir el fracaso de determinadas políticas y programas.

En la crisis actual, el gobierno sería el más ganancioso si revisaran programas y formaran nuevos equipos de trabajo para hacer frente a los descomunales problemas que están surgiendo y que pueden hacer que colapse la confianza y la economía.

El principal problema es la insostenibilidad del funcionamiento estatal por falta de fondos, no porque la recaudación sea insuficiente, sino debido al pésimo uso de recursos y al despilfarro en sostener la enorme e ineficiente burocracia montada por Funes, que es ahora el lastre mayor sobre el país.

Como se dice desde siempre, no hay peor sordo que quien rehusa oír, quien no quiere entender…