Sólo aquí han descubierto lo que ignoran en Centroamérica

El IRA fue víctima, en aquel entonces, de una temible plaga: el gusano mordedor, los pícaros funcionarios que mordían cuando podían, sea cobrando comisiones para comprar cosechas (a unos sí, a otros no)

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Las armas sustraídas estaban en los almacenes del regimiento de Caballería, en San Juan Opico. Foto EDH / DOUGLAS URQUILLA.

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2014-07-08 6:00:00

Ya se encontró la causa de la escasez de frijol, según palabras del ministro de Agricultura: son los especuladores, no el régimen de lluvias, malas cosechas o haber sembrado a destiempo. Y mientras en El Salvador ya se diagnosticó y se anunció la causa de la carestía, en el resto de Centroamérica están a oscuras del origen de la escasez, pues nadie ha salido con eso de la “especulación”.

En los últimos cincuenta años solo se recuerda un caso en que una pobre comerciante de San Miguel fue apresada por “especulación” pues encontraron al lado de su comercio una pequeña bodega con maíz y frijol almacenado, lo que de inmediato se utilizó por el régimen de aquel entonces para explicar alzas en el precio de los granos.

Pero fue tan ridícula la acusación que la pobre señora fue puesta en libertad y su mercadería restituida.

Lo grave en esto es que, para combatir “la especulación”, el equivalente a perseguir y aniquilar espíritus malignos, maldiciones bíblicas, los fantasmas de castillos escoceses, se habla de construir silos para almacenar los granos que produce el país, o sea revivir el IRA a pesar de las pésimas experiencias que se tuvo con el ente, a la corrupción y a la inutilidad que lo caracterizó.

“Quienes desconocen la historia están condenados a repetir sus errores” (Santayana) y más cuando se escudan en ilusiones y escondidos propósitos, como evidentemente es la quimera de “la seguridad alimentaria” y la supuesta bonanza que se derivará de Petrocaribe.

Pero hasta donde se puede adivinar, lo que se busca es poner en pie un esquema que dará al régimen la herramienta para controlar los alimentos de la población y someter a los agricultores a sus dictados.

El bicho que nunca muere,

el gusano mordedor…

La “seguridad alimentaria” en un país donde la gente no tiene seguridad jurídica ni menos física, es el nombre con que se monta el sometimiento de la agricultura por un partido y funcionarios que nunca fueron agricultores y que conocen muy, pero muy poco sobre producción, comercio e intercambio.

Hay que recordar lo que se atribuye a Juan XXIII: “Hay tres formas de perder dinero, la más placentera son las mujeres, la más estúpida el juego y la más segura la agricultura”. Y lo es porque se está a merced de los elementos, de las características de la tierra, de si hay o no mano de obra disponible… es tan incierto el oficio que mientras una finca prospera, la finca al lado apenas sobrevive.

Ya el país sufrió las consecuencias gravísimas, y las continúa padeciendo, de lo que se le ocurre a agricultores de escritorio. Y quien no lo crea, que recorra los desolados matorrales en que se transformaron las bonancibles algodoneras de hace cuarenta años en Usulután.

El IRA fue víctima, en aquel entonces, de una temible plaga: el gusano mordedor, los pícaros funcionarios que mordían cuando podían, sea cobrando comisiones para comprar cosechas (a unos sí, a otros no), sea por mantenimientos, sea por lo que sea. El último gusano mordedor salió con la cola entre las cien patas, lo que se aprovechó para darle definitiva sepultura al IRA, quedando como recuerdo silos oxidados a la vera del camino.

Por hoy que todos salgan a la calle en busca de los perversos especuladores…