Pillan a una hija de Chávez en turbios negocios de granos

Por desgracia en nuestro suelo se está montando el aparataje para centralizar en el régimen, a cargo de burocracias nombradas a dedo, los alimentos básicos

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elsalvador.com

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2014-07-15 6:00:00

María Gabriela, una de las hijas del difunto dictador venezolano, Hugo Chávez, fue descubierta traficando con granos básicos destinados a Venezuela, lo que invariablemente son negocios de quienes controlan regímenes absolutistas.

Comprar granos, carburantes, medicamentos o lo que fuera, siempre se realiza a través de corruptos con licencia para ello, como lo fue en El Salvador en los tiempos del IRA: vender o comprar era siempre vía comisiones, tráfico de influencias, presión sobre unos y no sobre otros, etcétera.

Con frecuencia se dice que el modelo de gobierno que inspira a los rojos en este país es el venezolano, pese a que allá, precisamente por los controles, las pésimas políticas económicas y la corrupción, en el país falta de todo, está quedando aislado al cancelar vuelos las líneas aéreas, cierran continuamente fábricas, los apagones y la carestía de agua son fenómenos diarios y la respuesta al clamor popular son palos y balazos.

Por desgracia en nuestro suelo se está montando el aparataje para centralizar en el régimen, a cargo de burocracias nombradas a dedo, los alimentos básicos, un primer paso para terminar controlando la venta y compra de todo lo imaginable, como sucede en Cuba.

El pretexto es asegurar el abastecimiento de granos básicos, lo que se denomina “seguridad alimentaria”.

Pero seguridad alimentaria solo la hay en países prósperos, nunca en aquellos sumidos en crisis, arruinados o convulsionados. Y solo es posible si los mercados funcionan sin restricciones, hay libre importación y exportación de cosechas y hay plena transparencia en cuanto a lo que sucede en el agro. El país con la agricultura más bonancible del planeta, los Estados Unidos, es también el país donde poco se interfiere en sembrar, cosechar, hacer reservas, vender y exportar.

Comiéncese por eso del “acaparamiento”: tal como se le ha planteado al público, queda a discreción de autoridades e inspectores definir cuando hay o no “acaparamiento”, lo que muy, pero muy pronto termina por caer en oportunidades de mordidas, amenazas o presiones.

Al final solo el régimen manejará los alimentos básicos

¿Qué sucede cuando un comerciante de granos compra la cosecha de un grupo de agricultores y la embodega mientras prepara su plan de ventas, contacta a sus compradores tradicionales, mide las condiciones del mercado, etcétera?

Como la población no se come de una sola vez, en una semana, toda una cosecha, ni tampoco la mayoría de familias dispone de los recursos para adquirir los granos que necesitará en un mes, un año, ¿dónde van a guardarse esos granos hasta que la demanda los absorba?

De hecho, la gente compra el champú, el azúcar, el café, el maíz o la harina para las tortillas, etcétera, casi día a día; la tienda del barrio —y esto mientras los extorsionistas no maten o ahuyenten a sus dueños—, es la bodeguita general, la depositaria de lo que consume el lugar inmediato.

Pero detrás del extorsionista irían los inspectores a ver si no están, en ese negocio, “acaparando” alimentos.

La amenaza se cierne ahora sobre todos los negocios que comercian con granos y alimentos en el país, los que deben estar explicando a los inspectores lo elemental de ese mercado: se adquiere una cantidad de granos y alimentos básicos, pero mientras no se vendan, siempre está el riesgo de sanciones o presión para que no los acusen de atentar contra la comida del pueblo…