Con dineros de la gente quieren golpear a la gente

La medida de las gusaneras en que estos esquemas caen lo ilustra el caso de la hija de Hugo Chávez, María Gabriela, quien vendió granos al gobierno venezolano con sobreprecios de $20 millones, práctica usual del anterior IRA

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elsalvador.com

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2014-07-27 5:00:00

Revivir el IRA equivale a crear un monopolio estatal que pronto acabaría con el comercio libre de granos y alimentos y, dada la incapacidad de los gobiernos para manejar el mercadeo de productos, se caería en desorden, desabastecimiento, pérdidas de existencias, corrupción y racionamientos forzados.

La medida de las gusaneras en que estos esquemas caen lo ilustra el caso de la hija predilecta de Hugo Chávez, María Gabriela, quien vendió granos al gobierno venezolano con sobreprecios de $20 millones, práctica usual del anterior IRA.

Resucitar el IRA echando mano de fondos públicos para así interferir en los mercados y en el proceso golpear a decenas de miles de pequeños, medianos y grandes comerciantes, es inmoral y, a nuestro juicio, inconstitucional, como sería que el gobierno importe vehículos para venderlos a precios subsidiados vía menores aranceles o absorbiendo costos también con dinero de presupuestos estatales.

El gobierno ha venido contradiciéndose sobre las causas que afectaron las cosechas de frijol, no habla respecto a exportaciones a Venezuela, acusó sin pruebas a mayoristas de granos y, al no encontrarse señales de “acaparamiento”, le pone el dedo a los medianos y pequeños, que precisamente por serlo no tienen capacidad de acaparar nada para afectar los precios del frijol o de cualquier alimento.

De nuevo, si el anterior y actual régimen no han podido echar a andar el Sitramss, tienen un gran puerto cuya construcción se terminó hace más de siete años en abandono, no logran actualizar el aeropuerto y han afectado negativamente el empleo del país, menos van a poder manejar un ente monopolístico de alimentos básicos.

¿Quieren ustedes que esos grandes eficientes manejen la comida de todos?

Lo que menos necesitamos es un “frijoltramss” que controle lo que comemos los salvadoreños.

Proponer otro IRA comprueba que los autores de la ocurrencia no han analizado lo que es el comercio de granos y el comercio en general ni han recorrido mercados, ciudades, pueblos y barrios para darse cuenta de lo complejo y variado que es este sector.

Sólo en La Tiendona y en el mercado San Miguelito son centenares de puestos y personas que manejan, venden, intercambian alimentos básicos, a lo que se deben sumar los transportistas y los agricultores e intermediarios que participan. Y a esto se suman los supermercados y tiendas.

El mercado, que es la suma de millones de decisiones que toman millones de personas, es infinitamente más eficiente en asignar recursos —en este caso llevar la cantidad de granos en el día y la hora oportuna al sitio oportuno—, que un buen señor metido a agricultor y comerciante que nunca sembró una milpa ni vendió un saco de maicillo ni administró, siquiera, una tienda de barrio.

Literalmente lo que plantean es: “háganse a un lado que aquí venimos a poner orden en esto. Busquen otro oficio…”.

Las cadenas de producción —y el comercio es una de sus facetas, en cierto modo la más importante pues llega al consumidor—, no se montan de un día a otro, sino que van tomando cuerpo y van evolucionando con las demandas de las clientelas y las realidades de los mercados. Cuando estas estructuras que surgen espontáneas se destruyen o se tratan de torcer, lo que sobreviene es la escasez y, de inmediato, los racionamientos como en Cuba y Venezuela.