No se trata de construir aquí varios “Muros de Berlín”

El modelo económico fracasado no es el que rige en el Primer Mundo, la economía de mercado, sino el que prevalece en Cuba y el que está llevando al desastre a Venezuela

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elsalvador.com

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2014-07-01 5:00:00

ANEP nunca ha dicho que el país está en una debacle, como le atribuye el secretario general efemelenista. Y el país no está en el suelo, precisamente, porque los sectores de trabajo se sostienen, defienden el empleo y han ido sobreponiéndose a las medidas demagógicas y al desvalijamiento fiscal puesto en marcha por el régimen a partir del “cambio”.

Nos sostenemos pero las cosas van de mal en peor, como lo demuestran todos los índices sobre pobreza, inversión, facilidad de crear centros productivos, tramitología, libertad económica… las cifras no son de ANEP, sino que son mediciones hechas por instituciones de primer rango, desde el Banco Mundial hasta las Naciones Unidas.

Lo comprueban las evaluaciones de entidades como Fitch y Moody’s, así como estudios desarrollados por FUSADES y advertencias del sistema financiero nacional sobre las negativas repercusiones de las últimas propuestas fiscales.

El secretario dice que ANEP, “parte de un modelo económico fracasado, es decir, ellos parten de criterios completamente distintos a los que tiene el Gobierno, el partido y el mismo pueblo”, aunque la mitad de ese pueblo votó contra el proyecto y fue sólo gracias a los intensos meneos del Tribunal Electoral que siguen los rojos en el poder.

El modelo económico fracasado no es el que rige en el Primer Mundo, la economía de mercado, sino el que prevalece en Cuba y el que está llevando al desastre a Venezuela.

Al proponer ANEP la creación de zonas de crecimiento no se está pensando tanto en espacios físicos, como sería poner un muro alrededor del departamento de Santa Ana, (al estilo del Muro de Berlín que los comunistas levantaron), sino en espacios institucionales definidos por incentivos de diversa naturaleza, regulaciones amigables para establecer nuevos centros de producción, facilidades para importar materias primas, fomentar exportaciones, etcétera.

Con amigos como esos, los trabajadores no necesitan enemigos

El planteamiento del secretario de que, “tenemos una situación muy especial en este territorio nuestro, con esta densidad de población, con esta situación que tenemos en este momento de inseguridad pública, todos esos elementos hay que verlos”, simplemente no aplica, no se trata de eso.

Ya el país tuvo esa clase de “territorialidad”, que fue San Bartolo y el Bulevar del Ejército, que antes de iniciar la agresión en los años Setenta, propició el establecimiento de muchas industrias, servicios y movimiento económico, que benefició a decenas de miles de trabajadores y sentó las bases de la industrialización que, hasta ahora, nos ha salvado frente a los descalabros que venimos sufriendo como país.

Esa “territorialidad” es la de zonas francas, es lo que se ha formado alrededor de Colón (el Chilamatal de antes) y es lo que iba a ser el Oriente del país con el funcionamiento del Puerto de La Unión, frustrado por la ciega oposición efemelenista a concesionar las operaciones.

El secretario vuelve a los argumentos clasistas, creyendo que puede separarse el interés de los “empresarios” del interés de “los trabajadores”, cuando en la realidad de la calle coinciden pues se necesitan unos a otros. Existe, además, una inmensa área de profesionales, consultores, contables, artesanos, etc., que no es de pico y pala, ni pertenece a juntas directivas.

Los cierres en San Bartolo y el Bulevar por la ofensiva revolucionaria dejaron a decenas de miles de trabajadores sin empleo y a familias en la calle…