Un ministro debe ser puente entre gobierno y ciudadanos

La mejor manera de llegar a buenas soluciones y entendimientos es sentarse a hablar, hacer de lado protocolos, conocer los requerimientos y posiciones de ambos, pensar al respecto y trabajar en respuestas

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elsalvador.com

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2014-05-25 5:00:00

La designación del nuevo gabinete de gobierno da la oportunidad de hacer importantes comentarios sobre el papel de un ministro, lo que de él se espera, cómo se puede evaluar su gestión y lo que contribuya o no al buen desempeño de un gobierno.

Un buen ministro debe ser, primordialmente, un efectivo embajador o enlace entre el gobierno y los sectores y actividades a los que cubre su cargo, pero al mismo tiempo ser embajador y vocero de esos sectores ante el gobierno.

El ministro “de hidrocarburos”, para poner un ejemplo, debe exponer a los sectores del ramo de hidrocarburos las políticas y decisiones que pretenda impulsar un gobierno al respecto, cómo tiene que informarse y analizar lo que piensan o plantean estos sectores, al gobierno.

Y esa labor, gestión o entendimiento entre ambas partes no se podrá realizar en forma exitosa, si el funcionario y los equipos a su cargo no se reúnen con sus contrapartes de los otros sectores, no indagan, preguntan, analizan, discuten y buscan conclusiones en forma tranquila, racional y constructiva.

Y la razón de que eso tenga que ser así es que nadie es dueño de la verdad absoluta y una cosa es contemplar desde un ministerio actividades y conocer de problemas, y otra hacer el esfuerzo para entenderse con quienes representan y laboran día a día en eso y, por tanto, conocen el pulso de lo que se hace y lo que espera el país de ellos.

La mejor manera de llegar a buenas soluciones y entendimientos es sentarse a hablar, hacer de lado protocolos, conocer los requerimientos y posiciones de ambos, pensar al respecto y trabajar en respuestas.

Hay en esto un aspecto de gran importancia: toda actividad productiva, toda industria, todo quehacer económico involucra, en forma directa, a miles y decenas de miles de personas, e indirectamente a toda una nación e inclusive a los vecinos geográficos.

Las cadenas productivas son “redes” entrelazadas que se influyen unas a otras, por lo que no se puede esperar que prosperen unos sectores si otros sufren; lo que suceda en el comercio repercute en la industria y eso, a su vez, en el consumo, en las actividades artesanales, hasta en las ventas callejeras y los pequeños negocios de barrio.

Es más difícil ganar el dinero que recibirlo desde lo alto

Hace poco expusimos el perjuicio que a la colectividad hace que Salud compre en el exterior medicinas que se elaboran localmente, beneficiando a trabajadores de otros países, sean estos chinos o colombianos, pero dejando fuera a trabajadores salvadoreños, grupos que, al menos en teoría, son defendidos por la izquierda.

Con amigos como esos los salvadoreños no necesitan enemigos…

Y volvemos al punto de partida: nadie está en posesión de la verdad, como tampoco desde el escritorio de un despacho ministerial se van a conocer lo que sucede “en la calle”, los desafíos, oportunidades o amenazas con las que, de manera permanente, se enfrentan los productores y, por lo mismo, también su personal.

El mundo toma un carácter especial y, con frecuencia terrible, cuando se tiene que depender “del sudor de la frente” para comer, no se reciben puntuales salarios, y hay que ingeniárselas para tener mañana el mismo éxito de ayer. Y son precisamente esas experiencias, duras pruebas por las que pasan tanto el dueño de un taller como el que encabeza una industria, las que deben conocer y discutir los ministros.