Cortan muchos árboles sin replantar para el futuro

A causa del mal manejo de las finanzas públicas, de los despilfarros y del permanente acoso e insultadera a los productores, la inversión ha disminuido en forma dramática y es cada vez más difícil conseguir empleo

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elsalvador.com

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2014-04-22 6:00:00

El padre hereda un pequeño bosque a cada uno de sus dos hijos. Cuando muere, el menor de ellos va cortando los árboles pero trabaja sembrando vástagos por cada uno que sacrifica.

El otro, en cambio, corta los árboles pero no se ocupa de renovar su bosque.

No se necesita ser clarividente para saber cuál será el destino de cada uno de los hijos, lo que ejemplifica la diferencia entre lo que es sostenible en el tiempo y lo que está condenado al fracaso…

Que nunca antes un gobierno había llevado obra social en la dimensión del actual, afirmó una prominente efemelenista que, “aunque no conozco las cifras… por vez primera se hace algo por los abandonados”.

Pero, guste o no guste, repartir por repartir, como con los uniformes y zapatos, es un despilfarro, ya que las comunidades y los recipientes no mejoran en su capacidad para sostenerse, mientras el país pierde recursos y queda endeudado.

Y tarde o temprano habrá que pagar las deudas, lo que lleva a otra realidad: “yo me pavoneo al hacer las caridades pero tú las pagas”.

O recordando el viejo proverbio chino: si regalas pescado beneficias a alguien por un día; si le enseñas a pescar, lo beneficias por toda la vida. Pero si lo que se aprende es a robar pescado, un pueblo se encamina al desastre.

Cuando se planteó el programa de los uniformes y zapatos, al igual que otras parecidas iniciativas, se dijo que las comunidades serían mucho mejor servidas si se remozaban las escuelas, se reparaban sus techos y se les dotaba de buenos servicios sanitarios, de agua y, asimismo, equipándolas con mobiliario. Mejorar infraestructura siempre genera trabajo entre los lugareños, además de dejar obra tangible que sirve durante muchos años.

Los uniformes y los zapatos, en cambio, se descartan pasado un tiempo, a lo que se agrega otro hecho negativo: que el régimen, a causa de los despilfarros, se está quedando sin dinero y no paga a los talleres que elaboran los uniformes, por lo que cae en mora con quienes le financian.

Vamos cayendo en la irrelevancia

como país

Por un lado el partido oficial se ufana de sus programas sociales, pero por otro, a causa del mal manejo de las finanzas públicas, de los despilfarros y del permanente acoso e insultadera a los productores, la inversión ha disminuido en forma dramática y es cada vez más difícil conseguir empleo.

Y el empleo es la mejor forma de hacer obra social, ya que permite a la gente sostenerse por sí misma y no depender de donativos o repartos. Es preferible “pescar pescado” uno mismo, que depender del pescado que alguien nos regala pero sin garantizarnos que, al día siguiente, podrá darnos otro.

El endeudamiento y el gasto innecesario, los despilfarros, son el equivalente a cortar árboles sin reforestar, a vender los fierros de la carpintería, a gastar en búnker para generar electricidad en vez de permitir que se desarrollen fuentes geotérmicas, a jugarse a las cartas la finca o la casa. Y la mejor demostración de ello es que el actual régimen está por terminar sin un legado de obra efectiva pero, en cambio, deja un hoyo de ciento ocho millones de dólares, en el Chaparral, y un puerto sin estrenar.

Los salvadoreños estamos quedándonos a la vera del camino hacia la modernidad, a la retaguardia de Centro-América.