Sin publicidad queda el país sin un motor económico clave

No hay como las marcas para garantizar a la gente que consume alimentos bien procesados, que bebe refrescos que no van a contagiarlo con alguna enfermedad, que su ropa no va a desteñirse

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Noel Ott celebra tras anotar a Inglaterra en el partido que ganaron los suizos 4 a 3.

/ Foto Por René Quintanilla

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2014-04-13 5:00:00

La publicidad tiene una enorme virtud, que contribuye en forma decisiva a consolidar presencia en los mercados, crecer e innovar y, además, a pasar las economías de escala a los consumidores: identificar empresas, bienes y servicios, ponerles marca.

Cuando un fabricante o vendedor hace publicidad, se responsabiliza por los productos que ofrece, “pone la cara”. El comprador no adquiere mercancías de entes anónimos, sino que sabe quién las elaboró y, por lo mismo, sabe a quién premiar por algo bien hecho, o a quién culpar cuando las cosas no están bien.

Esa es la gran diferencia de publicidad y productor independiente, con ausencia de publicidad y productores anónimos, lo que caracteriza aquello que un gobierno hace y dispensa. Si una persona acude a un dentista privado, puede responsabilizar a alguien por una mala praxis; si lo hace con los “públicos”, los estatales, no tiene a quién culpar por tratamientos mal hechos, por “chambonadas” como el abandono en que el actual régimen ha mantenido al Puerto de La Unión y al Aeropuerto, desde que asumió funciones en junio de 2009.

No hay como las marcas para garantizar a la gente que sus alimentos están bien procesados, que bebe refrescos que no van a contagiarlo con alguna enfermedad, que su ropa no va a desteñirse, o que los electrodomésticos que compra en un almacén no van a fundirse en menos de una semana.

La publicidad asegura un nivel de calidad bueno o muy bueno, como también permite que, en vez de operaciones pequeñas, que tienen su función y asimismo se anuncian en una u otra forma, lo que el cliente usa y adquiere es el resultado de procesos vigilados, como sucede con las medicinas: sólo empresas de cierta envergadura y tamaño pueden garantizar la pureza de sus productos, pues usan tecnologías muy costosas.

Gracias a la publicidad muchas empresas crecen y se consolidan en un país o en una región, lo que tiene a su vez múltiples beneficios, tales como:

—Incorporar nueva tecnología a un país, lo que es decisivo para mantenerse competitivo. Sólo raras veces las empresas pequeñas disponen de los recursos para invertir. La inversión es siempre una apuesta, un riesgo;

—se crean nuevas profesiones, antes inexistentes, con la innovación;

—se asegura mucha mayor estabilidad al personal de empresas grandes, lo que de igual manera fortalece a las cadenas productivas.

Es hora de despertar: están matando

a la gallina de los huevos de oro

Es lamentable que los últimos proyectos de ley que viene impulsando el régimen no se consulten o por lo menos se conversen con la gente que conoce y trabaja en un determinado campo, que al mismo tiempo sustenta a miles de familias.

Y esto es en particular grave con el nuevo bozal que se le quiere poner a la gente de este país, lo que es parte de los meneos para llegar a lo esencial de las dictaduras: el silencio.

Los del régimen, más los nuevos que los anteriores, deben hacerse una fría reflexión: sin publicidad la economía irá en descenso sin posibilidad de recuperarse, lo que en términos simples significa una realidad: los acosos del régimen a la información, como a productores y vendedores, equivalen matar a la gallina de los huevos de oro, la gallina que sostiene el empleo en el país, los ingresos tributarios, la competitividad frente a foráneos, nuestras importaciones y nuestras exportaciones. La calamidad generada por el actual régimen se agravaría…