No te expongas a perder el privilegio de vivir en libertad

Venezuela es el caso más reciente de lo que sucede bajo el comunismo: la economía colapsa, el desempleo y la violencia se agudizan, los alimentos y artículos de primera necesidad comienzan a desaparecer de los mercados

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Fiscales y la Unidad Antipandillas de la PNC allanaron las oficinas de Penales. Foto EDH / René Q.

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2014-03-06 6:00:00

Las libertades que gozamos casi sin darnos cuenta, unidas a la buena ley, a lo honesto y lo pacífico, es lo que nos permite vivir y progresar siguiendo nuestros impulsos, hacer lo que nos viene en gana, sobreponernos a tristezas y aspirar a ser felices, disponer del fruto de nuestro trabajo comprando y vendiendo en una economía que ofrezca infinidad de alternativas.

Asociarnos con amigos y con personas con similares intereses es parte esencial de las sociedades democráticas, que rechazan la imposición de partidos únicos, de ideologías excluyentes, de dogmas y de sectas fanáticas.

Nada justifica establecer un orden político que anule la diversidad cultural, religiosa, étnica o de clase, propia del ser humano. Lo contrario es la fórmula aberrante de los despotismos de izquierda y del comunismo, que pretenden regular las vidas de la gente, someterlas al arbitrio de individuos que persiguen e intentan aniquilar lo que no encaja con sus ideas y fanatismos.

La libertad que Dios otorga al hombre como un derecho natural está en grave riesgo de perderse como la han perdido los venezolanos y es la tragedia de centenares de millones de personas que sufren bajo dictaduras, sujetos a los caprichos de locos que creen estar por encima del bien y del mal.

No hay caso en la historia de un pueblo que cae en el comunismo sin que muy pronto todo lo que atesora y en lo que confía comience a derrumbarse hasta desaparecer. Y cuando el hambre se agudiza, la opresión se vuelve intolerable y se sale a la calle a protestar, los esbirros de la dictadura reprimen a la gente a palos y a balazos.

Venezuela es el caso más reciente de lo que sucede bajo el comunismo: la economía colapsa, el desempleo y la violencia se agudizan, los alimentos y artículos de primera necesidad comienzan a desaparecer de los mercados y la población apenas logra subsistir.

Y si eso ocurre en Venezuela, país con inmensas reservas de petróleo y de materias primas, no cuesta anticipar lo que sucedería en El Salvador bajo el comunismo: el presente régimen nos ha llevado al borde de la bancarrota, con escasa inversión y una economía que no crece. Un país sin recursos pronto cae en hambrunas.

Censuran, amenazan y persiguen

para esclavizar a una nación

La democracia tolera mucho pero no admite su suicidio. Y suicidio como nación, como democracia, como Estado de instituciones y leyes, es lo que está en juego en estos momentos.

La democracia es pensar como uno tiene a bien pensar, actuar sin cortapisas mientras no se infrinja la ley, discutir, conversar, comentar, pasar y recibir información y difundirla libremente, sin que sean otros los que determinen lo que podemos o no podemos leer, oír y mirar.

Los comunistas en este país tienen mucho tiempo de estar coartando el derecho de otros y es por ello que han impuesto una fuerte censura sobre lo que un partido político puede decir. Que la guerrilla, de cuya cúpula formaba parte Sánchez Cerén, haya secuestrado y asesinado a un canciller de la República y a muchas otras personas honestas e inocentes no es reprochable para el partido oficial, pero sí es delito recordarlo. Y así vienen manipulando todo el proceso electoral.

Si antes de llegar al “poder total” como pretenden, el poder total sobre las vidas y los bienes de los salvadoreños, ya están censurando, coaccionando y persiguiendo, además de fraguar tenebrosos pactos con el crimen organizado, no cuesta imaginar lo que harían una vez que no haya contrapesos a su actuar.

Y una de esas “primeras cosas” será aniquilar el Orden de Derecho, iniciar cacerías de brujas, amedrentar y ponerle un bozal a todos los ciudadanos.

Será la consolidación de la “robocracia” en medio de hambrunas, del manejo torpe de la economía, de actos arbitrarios y del colapso de los servicios públicos.

En tus manos, salvadoreño, está preservar la libertad o hundirnos en la dictadura.