¿Arreglar las pensiones? Dejen de sisarlas…

Cada vez hay menos jóvenes y cada vez hay más mayores, lo que invirtió la pirámide poblacional sobre la que se basó, hasta hace muy poco, el sistema de pensiones

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El estudiante Gerson Martínez murió dentro del bus antes de ser auxiliado. Foto EDH / J. López.

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2014-03-20 6:00:00

Los recién electos candidatos del FMLN (salvo los recursos pendientes) han anunciado que una de sus prioridades será entrarle al tema de las pensiones, asunto que tiene dos caminos para solucionarse:

–El primero, que deje el gobierno de reducir la rentabilidad de los ahorros de los trabajadores salvadoreños, restándoles una porción de las reservas o pagando irrisorias tasas de interés por los “bonos” que las AFP están forzadas a comprar;

–el segundo, se deben revisar las edades de retiro, pues nos guste o no nos guste, la demografía mundial, regional y nacional vuelve imperativo que la población se jubile más tarde, como les está tocando tragarse a los europeos. Y ello se debe a un hecho: cada vez hay menos jóvenes y cada vez hay más mayores, lo que invirtió la pirámide poblacional sobre la que se basó, hasta hace muy poco, el sistema de pensiones.

Es evidente que el sueño generalizado es jubilarse a los cuarenta años con el cuádruple del último salario, con excelentes servicios públicos al alcance de los que entran en holganza, con sistemas de diversión, parques con agradables bancas donde sentarse a recordar y etcétera.

La serpiente en ese paraíso es que el sistema no es sostenible ni un mes, a lo que se agrega otra realidad: dejada la gente por sí sola en sillones y hamacas, lo probable es que sucumba al alcoholismo y a cosas peores. Esos retiros a los cuarenta o cuarenta y cinco años se ensayaron en países como Chile, Argentina y Uruguay, con una consecuencia que cualquiera hubiera podido predecir: los “jubilados” recibían pensiones de quince o veinte dólares, habían perdido sus empleos en lo que conocían y estaban forzados a trabajar en tareas de baja categoría.

Muchas empresas salvadoreñas, en aquellos tiempos, los años Setenta y Ochenta, contrataban técnicos sudamericanos a quienes los ideales sistemas de retiro dejaban en la calle.

Detroit en quiebra, Europa en quiebra

y así sucesivamente…

Volvamos al punto de partida: ¿Quieren resolver gran parte del problema de las pensiones en El Salvador? ¡Pues dejen de sisarle a los trabajadores grandes porciones de sus ahorros!

Los sandinistas ya encontraron que la tercera vía, en eso de pensionar a los viejos, es ¡Que se mueran! Y para convencer a los manifestantes a entrar en razón y aceptar que el desgobierno de Ortega no puede pagarles sus pensiones, les entran a palos con la fuerza policial.

El tema de las pensiones, de los servicios de salud, de mucho del bienestar social que fueron introduciendo, en el Siglo XX, partidos de izquierda y en ocasiones de derecha, es lo medular del mundo actual y es también lo medular de la crisis económica que abate a la mayoría de naciones europeas, crisis que ha llevado a algunas a la quiebra.

Pero no sólo en Europa: la ciudad de Detroit está en quiebra, como un par de ciudades menores de California y con riesgo de que la plaga, una plaga hecha en los laboratorios políticos del mundo contemporáneo, se vaya generalizando. Y están en quiebra, precisamente, porque la carga de las pensiones municipales desbordó la capacidad financiera de esas ciudades. Esto equivale a la bancarrota en que entra una persona cuando “topa” su tarjeta de crédito y los acreedores se ven forzados a publicar anuncios para que pague aunque sea un prominente abogado quien lo haga.