Suspenden operaciones; doce mil quedan sin empleo

Lo que está en juego es el empleo de doce mil venezolanos. Y, aquí en El Salvador, los empleados de fábricas, comercios, talleres y agroindustrias deben aprender en pellejo ajeno

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El volante chileno Arturo Vidal, de la Juventus, se lleva el balón frente a Adrian Stoian, del Chievo Verona, durante un partido de la Serie A en el estadio de la Juventus, en Turín, Italia. Foto EDH / AP

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2014-02-16 5:00:00

La planta de Toyota para Latinoamérica y la de General Motors han suspendido sus operaciones en Venezuela, lo que pone en riesgo al menos doce mil empleos directos en esas ensambladoras de autos y Dios sabe cuántos otros miles en las demás empresas.

La reacción del inefable Maduro era de esperarse: no quiere hablar con “los señoritos” que manejan las empresas sino que pide que alguien llegue del Japón para discutir el asunto.

Y en esto Maduro actúa como un marxista de hueso duro: como cada clase social tiene “su lógica”, y de allí se deduciría que también su matemática, los números de los administradores venezolanos que forzaron el cierre deben ser distintos a los números de un delegado que llega directo de la casa matriz. Es decir, a un burgués venezolano los cálculos le deben salir mal a causa de su resentimiento con el chavismo, por lo que debe esperarse lo que calcula un burgués procedente del Japón…

Y Dios mediante, en el largo trayecto por avión desde Japón a Venezuela puede aparecerse al delegado de Toyota el pajarito que transmite los mensajes que Chávez envía a los mortales desde el infierno.

Es claro que Maduro, por su bajo nivel educativo, no acaba de entender que gracias a la cibernética y a comunicaciones que viajan por el éter a la velocidad de la luz, muy poco hace la Toyota en Venezuela que no esté requeteanalizado en Tokio, o a la inversa. Pero una cosa es amenazar a “los señoritos” y otra amenazar a un samurái disfrazado de ejecutivo de la Toyota.

Pero, señoritos o samuráis, lo que está en juego es el empleo de doce mil venezolanos. Y aquí en El Salvador los empleados de fábricas, comercios, talleres y agroindustrias deben aprender en pellejo ajeno: en las dictaduras de extrema izquierda no hay consideración alguna para los puestos de trabajo del sector productivo.

Y por no haber sensibilidad es que al actual régimen en este país le vale muy poco que cierren pequeñas y medianas empresas a causa de extorsiones, llevándose de encuentro tantos empleos. Pero es que son negocios burgueses.

Les importan poco esos empleos como les importa poco que por torpes decisiones políticas y por los acosos y las insultaderas semanales, tanta gente en el país pierda su empleo y, como otra consecuencia, los jóvenes tengan gran dificultad para incorporarse al mundo del trabajo.

Malas políticas deprimen la economía y provocan desocupación

Hay que recordar las promesas hechas por Funes y su partido durante la campaña que les llevó al poder: iban a crear trescientos mil nuevos empleos, prosperaría la gran “fábrica de empleos”. Pero la fábrica nunca fue para la gente sino únicamente la hubo para tanto incapaz y parientes de incapaces.

El resto de la gente que vea cómo se las arregla cuando todo va para abajo y se paralicen las inversiones a causa de la creciente desconfianza y las diversas agresiones que sufren los productores.

El desempleo es un terrible desperdicio del potencial de los salvadoreños, de una población que siempre se distinguió por su diligencia y responsabilidad, como estamos seguros es el caso de los venezolanos que están a punto de perder sus trabajos y con ello el sustento de sus familias, por torpezas del régimen.