Les pican las manos por desbaratar la Constitución

Las consultas populares se realizan hasta que se llega al punto que desean los enemigos de la democracia, cuando han acaparado todos los poderes. Y allí se terminan y no se habla más de ellas

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elsalvador.com

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2014-02-11 5:00:00

Les pican las manos a los rojos por desbaratar la Constitución, lo que piensan llevar a cabo “preguntando a la gente” en plebiscitos que en ninguna democracia consolidada se realizan pero que han sido, en países como Venezuela, Ecuador y Nicaragua, el medio para perpetuar en el poder una casta y pisotear libertades ciudadanas.

Pero las libertades fundamentales, al igual que las garantías procesales que protegen al ciudadano de atropellos y abusos, como el ejercicio de sus derechos cívicos, no se pueden alterar, desconocer o anular, sin derrumbar el Estado de Derecho y la vida civilizada.

Todos queremos poder movernos en libertad, viajar o ir de un lugar del país a otro sin permiso de nadie, trabajar en lo que nos plazca, tener seguridad de que nuestra moneda no pierde valor de un día a otro como está sucediendo, en forma catastrófica, en Venezuela, que mes a mes roba a la gente una parte de su salario.

También queremos poder decir, criticar, informar, respaldar o quedarnos callados sin que nadie nos amordace ni menos que nos encarcelen por desacato al reyecito criollo.

Como firmante de la Carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, El Salvador no puede anular principios esenciales, derechos inherentes a la persona que están por encima de cualquier decisión de legislaturas o de populachos. Eso queda claramente plasmado en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, y se consigna en la Carta Magna y la declaración de Derechos Humanos de la Revolución Francesa.

Hay consulta tras consulta hasta conseguir el poder total

¿Que no hay cláusulas pétreas? Los mandamientos morales lo son, como lo que define lo decente, honesto y humano. En Cuba hay una cláusula pétrea, de que no se puede cambiar la composición del Estado que es marxista-leninista y no sabemos qué otras barbaridades. Y aquí no se puede modificar la forma de gobierno, representativo y democrático, sin darle un tiro de gracia a la civilidad.

Y los cambios que se hicieron hace veinte años o en los Ochenta básicamente respetan la separación de poderes, las libertades ciudadanas, la propiedad privada, el que no se pueda, “preguntando a la gente”, quitarte lo tuyo.

Entre la camándula de principios que irritan a los comunistas están la moneda, los tratados de libre comercio (donde la otra parte también tiene que acceder a cambiarlos o anularlos) y los períodos de diputados y alcaldes pues, sin duda, se quieren recetar más años de mangoneo.

Y vamos a la moneda. La gente, por más que se le pregunte, no puede juzgar en favor ni en contra, por tratarse de un asunto no sólo muy complejo, sino también uno que al discutirlo genera un cataclismo económico. Aunque “todos somos iguales”, hay unos más iguales que otros y en materia tan profunda los más iguales tienen mayor autoridad para decidir, que la gente común y eso en bien de todos.

El cirujano jefe debe tomar en forma responsable la decisión de intervenir o no a un paciente y de cómo hacerlo, pero no efectuando un plebiscito entre todo el personal del nosocomio. Si se consulta al pueblo, la Tierra sale plana, no esférica.

Las consultas populares se realizan hasta que se llega al punto que desean los enemigos de la democracia, cuando han acaparado todos los poderes. Y allí se terminan y no se habla más de ellas.