Dar agua a las ciudades con una red de cisternas

Con frecuencia señalamos lo evidente, lo que la mayoría no logra ver: teniendo nuestro país un prodigioso régimen de lluvias, lluvias que cualquier país del mundo querría para sí, hay carestía de agua

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elsalvador.com

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2013-12-17 6:00:00

En Matera, una ciudad cuyos orígenes se pierden en las brumas del pasado, ciudad de la Basilicata, al sur de Italia, el agua que se usa y se bebe, con la que se riegan jardines, se cocina y se lava, se recoge mayormente en cisternas cuando llueve.

El casco antiguo de Matera está cavado, en parte, en la roca. Y es en esas cuevas –unas sobrepuestas en otras– que muchos de los pobladores viven e inclusive trabajan. Y es para almacenar agua que la mayoría de viviendas cuenta con cisternas.

Matera, dicen los lugareños, es una de las diez ciudades más antiguas del mundo, como lo es Damasco la urbe mártir y Jericó, cuyas murallas Josué derribó con sus trompetas.

Hay turismo en Matera para contemplar los “sassi”, habitáculos y otros recintos labrados en gigantescas moles de piedra que pueden verse a lo largo de un inmenso cañón formado durante millones de años por el agua que corre. Y también hay turismo para ver el lugar donde se filmó la Pasión de Cristo. A partir de entonces, por sus grandiosas vistas, muchos cineastas ruedan escenas en el lugar.

Pero los ingenuos turistas tienden a perderse lo más interesante y único, que son precisamente las cuevas y, al lado de ellas, también iglesias muy antiguas, viejas en más de mil años, labradas en la roca.

Iglesias con un modesto púlpito, con pinturas de hace quinientos y ochocientos años, con irregulares espacios y en los que apenas cabe un par de cientos de feligreses. Son iglesias de un particular encanto, que nos transportan a lo que pudieron haber sido esas comunidades aisladas, misteriosas, autóctonas.

Se necesitan líderes sensatos,

honestos, realistas y capaces

Hace unos años una administración edilicia estuvo a punto de arrasar con las cuevas para construir viviendas modernas. Pero los que vivían en ellas se rebelaron, con el resultado de que ahora, esa parte de Matera, está protegida por la UNESCO y con toda la razón.

La antigua ciudad de Matera y parte de la nueva, están construidas en piedra, una piedra relativamente fácil de trabajar que tiene un color beige suave, que le da al conjunto un tono pastel agradable y hermoso.

Lo que podemos aprender de Matera es que poblados y zonas donde escasea el agua solucionarían ese grave problema construyendo cisternas, como de hecho algunas escuelas y un número de agricultores han hecho en El Salvador. Todo es que se cobre conciencia y se meta brazo en el asunto, se meta brazo porque las cisternas no caen del firmamento.

La cisterna, colocada en medio de los patios de las casas romanas, era la principal manera para abastecerse de agua en la antigüedad. Cisternas hubo en Egipto y en Sumeria. Y a las cisternas se suman tapadas en ríos y quebradas, que permiten al agua permear hasta los mantos freáticos.

Con frecuencia señalamos lo evidente, lo que la mayoría no logra ver: teniendo nuestro país un prodigioso régimen de lluvias, lluvias que cualquier país del mundo querría para sí, hay carestía de agua. Todo lo que hace falta es que contemos con un gobierno abocado a dar soluciones prácticas y sensatas a problemas que se sufren, versus impulsar programas que sólo generan pereza y dependencia.

Necesitamos líderes con los pies en la tierra, no individuos pendientes de lo que dicen los pajaritos.