Restituyen representación del sector productivo

El hecho de que el régimen está para llegar a su término sin ni siquiera haber puesto en funcionamiento un gran puerto que recibió construido y listo, señala las consecuencias de poner oídos sordos a cualquier música que no sea la del incienso

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Balde Keita, de Lazio, celebra con su compañero Eddy Ogenyi Onazi después de anotar un gol contra Parma en la Liga Italiana. Foto EDH / AP

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2013-11-10 5:00:00

De lo que se ha tratado con la exclusión de representantes del sector privado en las directivas de las autónomas es de quitarse de encima a gente que vea y oiga no sólo lo que se cocina dentro, sino que también mida la incapacidad de los miembros nombrados por el gobierno.

Como sucede en el sector eléctrico: privatizaron en el caso de la geotermia para escapar a las débiles indagaciones de la Corte de Cuentas y esconder la gran fiesta. Los izquierdos por hábito gustan de estatizar las pérdidas y de privatizar las ganancias, lo que incluye formar directivas con sus parentelas, dipsómanos, allegados del régimen y parásitos variopintos.

Pero lo esencial de la participación de representantes del sector productivo en las autónomas no es poner el ojo, cuanto aportar criterios y exponer experiencias a quienes carecen de trayectoria en el mundo real del trabajo.

Y esto nos trae a la memoria lo que hace tiempo nos contaba un representante de los productores en las juntas directivas de una de las más importantes entidades públicas: en cada sesión había que explicarle a los representantes de los sindicatos lo que eran las reservas financieras, los activos, las amortizaciones, etcétera.

Llegaba la siguiente sesión y de nuevo: “las reservas sirven para…” Hasta el final de su nombramiento, decía, la rutina continuaba.

Los representantes de los productores y las gremiales no sólo ejercen el derecho de hacer oír las posturas de quienes representan desde inversores hasta miles o centenares de miles de trabajadores, sino de exponer desarrollos y tendencias que van surgiendo en un mundo que cambia vertiginosamente, donde la tecnología y las estructuras y modalidades del intercambio vuelven obsoleto en corto tiempo lo que era válido hasta hace poco.

La decisión del Ejecutivo equivale a negar esa dinámica, creer que las cosas en el mundo permanecen estáticas, que poco se transforma.

Pero el estado calamitoso de la economía nacional, el hecho de que el régimen está para llegar a su término sin ni siquiera haber puesto en funcionamiento un gran puerto que recibió construido y listo, señala las consecuencias de poner oídos sordos a cualquier música que no sea la del incienso.

Y señala, lo que es todavía más grave, el nivel de entendederas del gabinete de gobierno, que no ha podido ayudar a mover bien las cosas, lo que era de esperarse cuando dieron su respaldo a la candidatura de un par de personajes que ni tan siquiera cursaron bachillerato.

Hemos ido de tumbo en tumbo,

de tropiezo en tropiezo…

Ya hubo otra movida en esa dirección: la de crear un “sector privado” con desconocidos de actividades modestísimas, para escoger de entre ellos a los que luego iban a representar el trabajo y la producción. Pero fue tan obvia la maniobra y tan pobres los desempeños que el asunto o se olvidó o se ha dejado en el congelador.

El caso más patético es el de Insaforp, el organismo encargado de capacitar a empleados, ejecutivos y técnicos de empresas: un campo tan especializado tiene solo sentido cuando personas de experiencia y además capaces de escuchar y preguntar, quedó en manos de los nombrados del régimen, de los que están sin hueso y hay que “darle algo”.

Y así de tumbo en tumbo y de torpeza en torpeza va caminando nuestro país en el actual quinquenio. Dios nos ampare…