La primera prioridad deben ser niños y jóvenes

Lo más práctico, nos dice un conocido, es que para recibir semillas o el subsidio del gas, los beneficiados tengan que saber leer, con lo cual alfabetizarse se convertiría en una ventaja, en su provecho

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elsalvador.com

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2013-09-09 8:00:00

Grandes meneos y pobres resultados: gastando mucho dinero apenas se consiguió alfabetizar a un poco más de ciento cuarenta mil personas, de las cuales un alto porcentaje caerá en un alfabetismo disfuncional, que apenas les permite leer pero no lo practican, no leen.

En los “viejos tiempos” se recurría a dos fórmulas seguras para sacar del aislamiento cultural a comunidades retrasadas: la primera, reclutar jóvenes en el Ejército para alfabetizarlos, educarlos, enseñarles buenos hábitos y responsabilizarlos; lo segundo, establecer una guarnición en el lugar, con lo que se formaban nuevas familias, lo que por cierto los colonizadores españoles hicieron para lograr el mestizaje de donde casi todos los salvadoreños descendemos, en particular los chalatecos.

Algo similar sucede con la alfabetización, que absorbe muchos recursos restándolos a la enseñanza de niños y jovencitos, lo cual es un contrasentido.

Y a ello se suman las depredaciones de las pandillas, que obligan a cerrar escuelas y, además, incrementan las deserciones escolares, lo que agrava los problemas que pesan sobre el país.

El papel de los reclutamientos se ha asumido, en parte, con la instalación de maquilas: la gente que en ellas labora va siendo educada, aprenden higiene personal, le enseñan a cumplir horarios, tiene acceso a bienes de consumo, comienza a mejorar sus vidas, educa a sus hijos. Las comunidades asentadas en la vecindad de zonas libres o industrias son mucho más progresistas que otras del interior.

Lo que es, precisamente, uno de los grandes beneficios del desarrollo económico: elevar la calidad de vida de la población, tanto en lo material como en lo cultural.

Lo que comprueba que la pobreza no se combate con repartos y esa suerte de ocurrencias, sino fomentando la creación de empleo, facilitando las inversiones.

“O aprendes a leer,

o no recibirás subsidio ni semillas…”

Como señaló el expresidente del gobierno español, Aznar, la más efectiva política social que puede adoptar un país retrasado (o en proceso de retroceder más de lo que estaba, como el nuestro) es fomentando la creación de puestos de trabajo.

Eso choca con otra gran tontería: forzar a los alumnos de plan básico a alfabetizar, lo que tendría algún sentido si todos los analfabetos se concentraran en un solo sitio de la República, pero no cuando, por lógica, están dispersos en todo el territorio, en especial, en lugares de muy difícil acceso.

¿Se ha calculado el costo de transportar, alimentar y cuidar a los jóvenes que andarían alfabetizando, sin tener dotes de enseñadores? ¿O es que se trata de demostrar a las Naciones Unidas la gran sensiblería social del actual régimen?

En esto de aprender a leer es como enseñar a los automovilistas el significado de las señales de tránsito: la mayoría es de fácil deducción; otras se aprenden preguntando. Cuando se escriben precios o se ponen rótulos, la gente, de por sí, va conociendo el mensaje.

Al haber en un país movimiento económico, la mayoría de personas se esfuerza por saber leer, ya que eso redunda en su beneficio. Y de igual manera aprende a desenvolverse fuera de sus aldeas y caseríos de origen.

Lo más práctico, nos dice un conocido, es que para recibir semillas o el subsidio del gas, los beneficiados tengan que saber leer, con lo cual alfabetizarse se convertiría en una ventaja, en su provecho.