Proponen replantear la lucha contra el crimen

Se contempla imponer trabajo comunitario para muchos, lo que iría desde barrer parques hasta la limpieza en hospitales. Las penas, se dice, estarían ajustadas al tipo de conducta y al grado de amenaza de un individuo

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Los aparatos de medición fueron colocados en la parte alta del Chaparrastique. Foto edh /archivo

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2013-08-15 6:00:00

Rebajar las penas de cárcel a personas involucradas con el uso o transporte de drogas a escala personal, es un objetivo del Fiscal General de los Estados Unidos, Eric Holder, para asentar la lucha contra el narcotráfico sobre bases más realistas y, desde algún punto de vista, más humanas.

Holder pide que los transgresores de bajo nivel, no violentos y que no tengan vínculos con bandas o cárteles de droga, no sean acusados de delitos castigados con penas severas. Uno de los casos que se estudian es el de reos de mayor edad, como de individuos que no constituyen amenaza para nadie y aquellos que casualmente violan la ley.

“Pensamos”, dice Holder, “que la ley debe castigar, impedir que se cometan delitos y ayudar a rehabilitar, no meter gente a las cárceles y olvidarse de ellos”.

Dentro de los cambios sugeridos se contempla imponer trabajo comunitario para muchos, lo que iría desde barrer parques hasta la limpieza en hospitales.

Las penas, se dice, estarían ajustadas al tipo de conducta y al grado de amenaza de un individuo, no a castigos diseñados para traficantes a gran escala y capos de la droga.

Con los cambios las leyes quedarían mejor adaptadas para encarar la particular situación de una ciudad o región, considerando que en algunos lugares el control de las mafias es casi total, mientras en otros es secundario, de menor incidencia.

Muchos en el mundo proponen legalizar el uso de drogas sin tomar en cuenta que en numerosos países del Segundo y Tercer mundos, como El Salvador, en áreas controladas por las maras o bandas delictivas el consumo es casi libre, limitado por el poder de compra de los adictos.

Históricamente el ejemplo más aleccionador, de espanto, de una legalización forzada del consumo, es el de China, en el Siglo XIX, impuesta por los ingleses para vender el opio que cultivaban en la India. El enviciamiento a gran escala de la población en todo su territorio arruinó a China que, hasta finales del Siglo XVIII, fue la mayor potencia mundial.

Nunca se llega a soluciones permanentes;

siempre se debe renovar

Muchos piensan que el problema es poner el énfasis en la venta de droga y restarlo al consumo. Y agregan: “si a los que se encuentren bajo efectos de la droga en bares, discotecas o playas, se les imponen trabajos comunitarios y se les obliga a asistir a cursos sobre los efectos de la droga en el organismo, mucho puede cambiar”. Además el consumidor puede revelar a las autoridades, como una manera de reducir su pena, la identidad de quienes se la suministran.

Es posible que Holder considere que las cárceles no necesariamente rehabilitan, sino que, en buena parte de los casos, funcionan como escuelas del crimen. Personas que entran por faltas menores, desde apalear a la adúltera hasta robarse unos panes (como en la obra Los Miserables), salen graduados como endurecidos criminales. De allí que Holder recomiende programas educativos y labores para los reos.

Toda lacra requiere de un conjunto de medidas y estratégias para combatirla, lo que concuerda con la diversidad de situaciones y personajes que son victimizados o perpetran delitos. El problema siempre surge de tirar atarrayazos legales que podrían solucionar una mayoría de casos, pero que generan vacíos que hacen rebrotar vicios. Ello obliga a una permanente adaptación, a ensayar nuevos esquemas.