¿De dónde salió el engendro de la “equidad informativa”?

Un diario responsable rectifica errores, como también sabe reconocer entre datos equivocados y apreciaciones maliciosas. Lo hacemos por cumplir con nuestro cometido profesional y en beneficio de la gente

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elsalvador.com

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2013-08-18 6:02:00

Existe, según el Jefe del Ejecutivo, “el principio de equidad informativa”, un torzal de palabras con que se pretende justificar una de las tantas mordazas con que se busca silenciar a la opinión pública.

Nunca antes, en los setenta y siete años de existencia de este Diario, se oyó de “el principio de la equidad informativa”.

Pues ahora se exigiría que los medios informativos reproduzcan en un espacio “no menor al de la publicación o información difundida que haya causado el agravio” o en tiempos equivalentes, las respuestas de los “agraviados”. Pero más grave aún es la ocurrencia de exigir a los servicios de Internet conceder espacios para respuestas, obligándolos a convertirse en autocensores lo que significaría revisar la enorme cantidad de mensajes que difunden y, con ello, forzar la autocensura.

¿Qué haría nuestro país si, por semejantes dislates y atropellos, ningún servicio de Internet cubriera contenidos originados en este suelo?

Por lo tanto, si el Jefe del Ejecutivo, en el curso de sus peroratas sabatinas, insulta a un gremio, como lo hace de manera continua al hablar de ANEP y de otras organizaciones del sector productivo, los mencionados tendrán el derecho de pedir que durante la siguiente transmisión sus voceros se defiendan de lo que siempre resultan ser frases producto del hígado.

¿Qué sucede si una de las luminarias del partido oficial o de sus sumisos aliados insulta o calumnia en el augusto recinto parlamentario a sectores y personas, y un noticiero o un diario publican lo dicho? ¿Tienen los “agraviados” derecho de presentarse a la Asamblea para tomar la palabra y responder a las diatribas, o son los medios de difusión los que deben cargar con la culpa?

¿No se caería con la nueva ocurrencia, en lo de cortarle la cabeza al mensajero, a la usanza de los reyes asirios hace tres mil quinientos años?

Mordaza es mordaza,

aunque se trate de disfrazarla

Además, ¿qué ocurre si el medio informativo difunde o publica el escrito del “agraviado” con todo y faltas de ortografía y barbaridades de redacción, y el Capítulo salvadoreño de la Real Academia de la Lengua se siente ofendido por el asesinato del buen decir?

Lo que por cierto ya funge como regla en las redacciones del país: si “hacer” llega sin hache pero con zeta, se respetan las innovaciones lingüísticas de los revolucionarios.

El Jefe del Ejecutivo desconoce las prácticas del periodismo, ya que ejerció de criticador en su actividad previa, por lo que imagina que “agraviar” es uno de los propósitos de todo medio de comunicación.

Pero no hay tal cosa, como lo demuestra una de las prácticas más importantes del periodismo en esta tierra desde hace un largo rato: se hace siempre el esfuerzo para obtener de los involucrados en un hecho o los responsables de una política, sus posturas sobre un tema. Pero si los funcionarios no contestan llamadas y se niegan a recibir a reporteros, los medios moralmente no tienen por qué dar luego explicaciones que se solicitaron antes.

Un diario responsable siempre rectifica errores, como también sabe reconocer entre datos equivocados y apreciaciones maliciosas. Lo hacemos por cumplir con nuestro cometido profesional y en beneficio de la gente, que debe conocer la realidad nacional.