Detroit cae en bancarrota por el peso de las pensiones

Aquí, el candidato comunista, ofrece montar un sistema de pensiones que sea "público, universal y solidario, abierto e incluyente", un atarrayazo de ofrecimientos que es imposible cumplir

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elsalvador.com

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2013-07-24 6:00:00

Detroit está en bancarrota, una de las ciudades más grandes del mundos e declara insolvente.

Detroit fue, durante la mayor parte del siglo pasado, el centro mundial del automovilismo al contar con los tres principales fabricantes de automóviles: la General Motors, Ford y American Motors.

Pero la ciudad no pudo administrar bien sus recursos y ha terminado asfixiada por el peso de las pensiones de los empleados municipales. La deuda de la comuna de Detroit es de diez y ocho mil millones de dólares, la mayor parte por las obligaciones con pensionados y otra por deudas a proveedores. Y ambos, tanto pensionados como empresas a las que se les debe dinero, quieren que se les cancele primero.

La comuna no ha tenido más remedio que cortar los montos que se entregan al igual que reducir los beneficios de los pensionados, en algunos casos rebajando las pensiones a la mitad, mientras en otros, a los trabajadores y empleados que están activos, se les disminuye lo ofrecido.

Se trata también de, “o todos aceptan una reducción de sus pensiones, o se cae en una espiral que no tiene fondo”.

Lo que demuestra la sabiduría del consejo que muchas madres dan a sus hijos: no gastes más de lo que recibas y no adquieras deudas que no puedas luego pagar.

Si Detroit, que por la naturaleza de las empresas que están allí arraigadas, concentra mucho talento financiero y administrativo, no cuesta imaginar lo que de manera inexorable se avecina en países y ciudades del Segundo y Tercer mundos que carecen de ese talento y que, por el contrario, caen en manos de individuos y funcionarios preparados para gastar sin límites y sin la cabeza para ver las consecuencias de sus derroches.

Si la economía anda mal,

las pensiones irán mucho peor

Y esto nos lleva a lo declarado aquí por el candidato comunista, que ofrece montar un sistema de pensiones que sea “público, universal y solidario, abierto e incluyente”, un atarrayazo de ofrecimientos que es imposible cumplir. Nadie se queda pobre hablando grandezas, más en países donde no se responsabiliza a persona alguna por los perjuicios que sus palabras sueltas ocasionen.

¿En qué consiste lo “público” fuera de que el gobierno controle las pensiones como era antes y sigue siendo en el Seguro Social, con resultados calamitosos para los pensionados?

¿Y qué es lo “solidario” fuera de que los que trabajan y ahorran tengan que sostener a los que ni trabajan ni generan capital, en otras palabras, como sucede en las colmenas, donde las abejas obreras sostienen a los zánganos, en este caso a la nueva clase política?

Lo que deben hacer las gremiales del sector productivo, los sindicatos y los mismos trabajadores, es exigir al candidato comunista que detalle con exactitud en qué consiste lo novedoso de lo que propone, cuál será su costo y, en especial, en qué lugar del mundo opera un sistema como el que plantea.

Un mal sistema de pensiones termina en bancarrota, como es el caso de Francia. Y cuando ese sistema es fuerte y se forma un patrimonio importante, de inmediato los políticos le caen encima al dinero, lo que está sucediendo aquí en El Salvador.

Detroit cayó en bancarrota por las dificultades que enfrentan las empresas automovilísticas. Si la economía anda patituerta, las pensiones se esfuman…