“Si debilitamos la economía, vamos a controlarla…”

En este baile que presuntamente viene, los ejecutivos, empleados, trabajadores y proveedores de servicios y parte de las empresas y negocios establecidos, serán las principales víctimas

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Araujo tiene que renunciar

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2013-07-11 6:02:00

El anunciado paquetazo de impuestos, de “vocación clasista”, vendría a asegurar que la economía no crezca, que se mantenga estancada al carecer de los recursos para expandirse y competir. Y con ello todos perdemos, ricos y pobres, clase media y, en especial, los jóvenes que no encontrarán empleo acorde con sus aspiraciones.

Y aquí entra el proyecto de Alba negocios: llenar los vacíos que van dejando actividades forzadas a la baja, como sucedió al establecer controles a los intereses que pueden cobrar las tarjetas de crédito para sacar del mercado a los bancos y otros emisores: el mercado del pequeño crédito lo van acaparando las financieras rojas, como piensan que va a suceder con la leche y los alimentos.

“Si las cargas tributarias congelan a muchos sectores, nosotros vamos a llenar esos vacíos…”.

Hasta allí todo bien, “so far so good”.

Pero el problema que se les va a presentar a los del plan es que no sólo se trata de “soplar y hacer botellas”, ya que cada actividad productiva requiere de particulares conocimientos, experiencia y habilidades para salir adelante; un buen fabricante no será necesariamente un comerciante de éxito o buen gestor de servicios especializados.

Olvidan, los rojos, el total desastre de sus pininos empresariales en la Ciudadela Montes de Morazán, lugar donde ni siquiera se pueden encontrar, en medio de los matorrales, las fábricas que iban a producir, ¡a ver si adivinan!, zapatos y muebles. Siempre obsesionados con los zapatos en una sociedad que se calzó hace medio siglo por obra de Roberto Palomo.

¿Cómo definen ellos quién merece y quién no?

El esquema que pretenden montar los comunistas es, además de irreal, un enorme conglomerado que va a suministrar desde blusas hasta atención dental después de debilitar con tributos, insultos y regulaciones, a los establecidos. Es lo que han implantado en Cuba los castristas después de sacar del mercado a todo otro productor, con los calamitosos resultados que cualquier visitante a La Habana puede ver con sus propios ojos.

En este baile que presuntamente viene, los ejecutivos, empleados, trabajadores y proveedores de servicios y parte de las empresas y negocios establecidos, serán las principales víctimas, pues por definición no encajan en una estructura partidista y excluyente.

Pero a medida que vaya creciendo el pulpo, surgen las grietas y los problemas, comenzando por no haber mecanismos para fijar de manera objetiva asignaciones o requerimientos. ¿Qué se debe priorizar, elaborar ropa femenina, implementos agrícolas o refrescos? Como tampoco creen en los precios, y de allí su obsesión por controlarlos, ¿cómo se fija el precio de unos pantalones versus un pasaje de autobús?

Más grave todavía, ¿a cuál de los compañeros se le premia en tal puesto versus los méritos revolucionarios de otros?

La pobre Mélida, el pobre Roque…

A esto se suma el otro cuadro, el del colón o el Schafik, ya que pasada una etapa el esquema Alba no será sostenible con una moneda fuerte. Y allí viene el manosear y acabarse los ahorros de la gente y los sistemas de pago.

Muchos sonreímos con simpatía cuando un grupo de jóvenes o adultos bien intencionado entrega un pliego de propuestas a los candidatos rojos. Salen ellos por una puerta y esos papeles van a dar a una cesta de basura, pues aunque los destinatarios los lean, letra por letra, no los comprenderán.