Por regulaciones sin sentido están clausurando hogares

Los que mejor pueden atender las necesidades de estos niños son familias y entidades caritativas calificadas que, a su vez, buscan niños, sea para adoptarlos o para cuidarlos

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René y Jutta Toruño

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2013-05-21 6:02:00

Muchos niños pobres de El Salvador, los abandonados, en tristes y precarias condiciones, son víctimas de la ignorancia, la sensiblería y las ocurrencias de quienes hacen del “cuido de la infancia” su modus vivendi lo que, entre otras barbaridades, parió la ley Lepina y la entrega a jueces que no conocen mucho del asunto, decidir el destino de las criaturas.

A causa de esas regulaciones, el Hogar de Niños Amor y Esperanza, de Santa Ana, “cerrará sus puertas debido a que Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia (Lepina) no permite que reciban niños sin que un juzgado especializado avale su ingreso”. El Hogar cuenta con amplias instalaciones que ahora están desaprovechadas, pues apenas atienden a cuatro niños.

Pero más que lo físico (sus instalaciones) vale la experiencia acumulada de años, lo que han realizado y el cariño y respeto ganado durante ese largo tiempo.

Y en esto la ley no considera la dura realidad que afrontan los niños, como asimismo las familias que quieren niños: infantes sin hogar y hogares sin infantes.

Se dio también en Santa Ana el caso de la Ciudad de los Niños, que atendía a muchos menores de edad en situación precaria, entidad sabiamente manejada por la congregación salesiana desde hace más de 20 años, a la que le cayó encima el Isna, que está siempre en la búsqueda de instalaciones y logros de otros para tomarlos y luego exhibirlos como obras del actual régimen.

Así sucedió con el Hogar Adalberto Guirola de Santa Tecla, un hermoso edificio donado hace casi un siglo por la familia Guirola, que ahora alberga las oficinas burocráticas del Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia (Conna) y una dependencia del Isna. Un régimen que no tiene la capacidad ni la experiencia para levantar obras de significado, se apropia de bienes y esfuerzos ajenos.

Cada vez es más sombrío el futuro de niños y jóvenes

Pensar que a los niños en problemas o desamparados se les ayuda, socorre o salva, extremando exigencias y regulaciones, es desconocer el drama que se sufre tanto aquí como en todas partes. Los que mejor pueden atender las necesidades de estos niños son familias y entidades caritativas calificadas que, a su vez, buscan niños, sea para adoptarlos o para cuidarlos.

Sin tantos requisitos las familias de antaño acogían en sus hogares a niños que quedaban en desamparo, a quienes albergaban y protegían. En más de un caso los niños eran maltratados, pero era la excepción; ahora, en cambio, la excepción son los niños que logran convertirse en adultos de bien después de pasar por orfanatos y por los esquemas estatales, tanto aquí como en Europa.

Somos muchas las familias que hemos cuidado y protegido niños e inclusive servido como padres temporales, que conocemos el problema y que nos preocupamos por lo que ahora sucede con la ley Lepina y los meneos de personas y grupos “caritativos por conveniencia”.

La demostración más triste, y reveladora, de que “por rascarse se arañan”, es lo sucedido con el Hogar de Niños Amor y Esperanza, con la Ciudad de los Niños y con el Hogar Adalberto Guirola, venidos a menos o al borde de la clausura por disposiciones y actitudes de sensiblería oficial y desconocimiento de lo que es el drama y el oscuro futuro de los niños y los jóvenes de El Salvador.