Unos quieren ser doctores, otros, buenos técnicos

Cada joven debe hacer un balance de lo que puede estudiar, de los recursos que necesita, de las posibilidades de entrar en buenos centros de formación y de lo que son sus capacidades y fortalezas

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Mañana Koky disputará la quinta etapa (Arequipa-Arica), comenzará en territorio peruano y finalizará en suelo chileno. Foto: EDH / Tomada de Dakar.com

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2013-01-08 6:02:00

En estas fechas innumerables jóvenes que se graduaron de secundaria analizan las opciones para seguir formándose como profesionales en las “artes liberales” o estudiar una carrera técnica más corta.

Hay vocaciones irresistibles –las del que nació para médico o matemático– como, igualmente, a muchos les da igual estudiar química que electricidad práctica o mantenimiento de motores. La demanda de una clase de técnicos o profesionales, o la falta de ella, es lo que en un número de casos termina por definir lo que alguien va a estudiar.

Por lo general, en tiempos de bonanza, graduados en derecho, en economía y los académicos tienen las mejores probabilidades de encontrar empleos bien remunerados, pero al golpear una crisis, como la que sacude al mundo en estos momentos, y más aún a la destartalada economía salvadoreña, los graduados de las universidades pasan amarguras y, con frecuencia, les va peor que a los electricistas y fontaneros.

Por esa razón es que publicamos, hace un par de días, una crónica sobre las carreras cortas que se ofrecen en universidades e institutos que pueden, en dos o tres años, capacitar a un joven para ganarse la vida. Y como lo vimos hace unos años, en la visita a un centro de formación en la ciudad de Buitrago, al norte de Madrid, hay muchachos y muchachas que no tienen interés en ser doctores, pero se sienten atraídos por la tecnología médica o la ebanistería.

Lo importante es enseñar a los jóvenes a pensar

Y esa fue una de las claves del resurgimiento de Alemania después de la destrucción total que los aliados y los rusos, adalides de los derechos humanos, perpetraron en sus ciudades: finalizada la guerra y llegado el momento de reconstruir, a los jóvenes se les entrenaba en el trabajo, donde estaban obligados a asistir un día a la semana a centros de capacitación para conocer los fundamentos básicos de su ocupación. En tal manera, las instalaciones y el cuerpo de docentes se multiplicaban por seis.

Eso fue antes de que los de la OIT forzaran a los países a prohibir “el trabajo infantil”, sin duda porque para la augusta entidad es preferible que un imberbe de doce o trece años pase ese tiempo de su vida en la calle sin hacer nada, expuesto a que lo maten o lo hagan pandillero, y no a que el carpintero del barrio le enseñe su oficio y lo tenga ocupado en el taller.

Cada joven debe hacer un balance de lo que puede estudiar, de los recursos que necesita, de las posibilidades de entrar en buenos centros de formación y de lo que son sus capacidades y fortalezas. Hay quienes llegan muy lejos aprendiendo por sí solos; todo es tener el empeño y dedicar esfuerzo.

La buena enseñanza es la que desarrolla en el educando la capacidad de pensar por su cuenta, de ser lógico, de ser responsable, de seguir instrucciones. Con ejemplos simples se va construyendo en el intelecto del alumno la capacidad de ver más allá de lo aparente y también de prever las consecuencias de lo que hace o deja de hacer.

Hasta poco antes de iniciar la agresión comunista contra El Salvador, las calles de las ciudades se llenaban, por las noches, de jóvenes que iban a colegios, institutos, universidades, centros de capacitación. Todo eso se destruyó…