La informalidad

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Katherine Cárcamo es una de las víctimas de la violencia contra las mujeres, fue asesinada por su compañero de vida. Foto EDH

Por Manuel Hinds

2018-05-24 9:53:15

Expertos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la empresa privada organizada discutieron esta semana el problema de la informalidad en la economía del país, que ellos estiman que representa el 72 % de las empresas en este país. En un estudio publicado en 2010 (La Edad de la Productividad, Carmen Pagés, Editora), el Banco Interamericano de Desarrollo estimó que solo el uno por ciento de todas las microempresas y el 3 % de las empresas que no son micro están registradas.

Esta tasa de informalidad distorsiona gravemente la economía y la medición de su desempeño. Una de las distorsiones más grandes la introduce en el pago de impuestos. Con 72 % de las empresas en la informalidad, solo el 28 % paga impuestos, con lo que la carga tributaria sobre estas empresas como porcentaje de su producción es mucho más alta que la que se obtiene al dividir los impuestos sobre el PIB entero, tomando el cuenta la producción de todas las empresas y todos los ciudadanos del país. La distorsión hace que la parte formal de la economía —empresas y personas— paguen mucho más impuestos relativamente a sus ingresos que los que pagan otros países con igual carga tributaria pero en donde todos pagan.

Pero el problema de la informalidad va mucho más allá que la equidad de los impuestos. El estudio del BID muestra claramente que las empresas informales son mucho menos productivas que las formales. Es decir, con los mismos recursos, producen mucho menos, de tal forma que si estuvieran en las mismas condiciones que las formales, pagando los mismos impuestos y las mismas cargas sociales, no podrían competir con ellas. De hecho, solo pueden competir porque reciben un subsidio implícito del estado, cuyo monto es la suma de las cantidades que las empresas formales tienen que pagar para mantenerse formales — los costos burocráticos de inscribirse, de hacer trámites frente al gobierno, de pagar impuestos y de pagar los costos de la seguridad social. Es esa diferencia —lo que los formales pagan y que los informales no— lo que proporciona la posibilidad de competir a las informales vendiendo al mismo precio o incluso a uno un poco más bajo. Es decir, la parte que los formales usan para pagar al gobierno, los informales la usan para cubrir su ineficiencia y para tener utilidades. Dicho de otra forma, los formales pagan más impuestos para que los informales no paguen y tengan utilidades. El sistema, pues, crea un subsidio de los formales a los informales.

Esta manera de operar es perversa económicamente, no solo por su inequidad sino porque transfiere recursos de los más eficientes a los menos eficientes, y al hacerlo desestimula la más eficiente producción formal. Sujeta también al país a un círculo vicioso, porque los impuestos reducen la capacidad de crecimiento de la economía formal, con lo que el crecimiento de la productividad promedio del país se reduce también. Peor aún lo que ha estado pasando en el país en los últimos años. El gobierno ha aumentado los impuestos drásticamente, con lo que no solo ha causado una disminución del crecimiento de las empresas que pagan impuestos sino también ha aumentado el incentivo para que las empresas nazcan y se mantengan informales, ya que la diferencia entre pagar impuestos y no pagarlos se vuelve todavía mayor. Es decir, mientras más aumenta los impuestos, el gobierno transfiere más subsidios a los que no los pagan. Ser informal se vuelve mejor negocio.

También se vuelve mejor negocio cuando la burocracia del gobierno aumenta, imponiendo trámites que vuelven más costoso operar una empresa. El costo de la informalidad, pues, es muy alto en términos de crecimiento económico.

Hay ciertos tipos de empresas informales que tienen costos todavía más elevados para la sociedad, como los que invaden las aceras y el pavimento de las calles de las ciudades, evitando así pagar no solo impuestos sino también las rentas y los alquileres de un local, y destruyendo el valor de los locales de los formales.

Los gobiernos tienen que entender que no puede seguir cubriendo todos sus gastos cobrándoles impuestos solo a una minoría de los ciudadanos, y esperando que la economía crezca y saque al país del subdesarrollo.

Máster en Economía
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy