Buenas señales

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Brazil's Gabriel Jesus (L) and Neymar attend a training session of the national football team ahead of FIFA's 2018 World Cup, at Granja Comary training centre in Teresopolis, Rio de Janeiro, Brazil, on May 22, 2018. / AFP PHOTO / Mauro PIMENTEL

Por Daniel Olmedo

2018-05-23 10:05:22

La ilusión de muchos tras el 4 de marzo se desmoronó a inicios de mayo. Hubo varios motivos, uno fue que el Presidente de la Asamblea, en los primeros días de su gestión, dijo que ejecutarían un préstamo por US$32 millones para construir un nuevo edificio parlamentario.

Las críticas se encauzaron en que se proponía construir un nuevo edificio para los diputados, en lugar de uno para el Hospital Rosales. Un día después vino el control de daños declarando que, entonces, se intentaría ratificar otro préstamo —por US$170 millones— para construir el edificio del Hospital Rosales. Decidieron aplacar las críticas con más deuda.

Los préstamos —que son impuestos futuros— suelen ser la respuesta más fácil y recurrente. Son infinitas las necesidades, pero no los bolsillos de los contribuyentes —quienes eventualmente deberán pagar tales préstamos—. Los primeros pasos de la nueva legislatura pintaban mal para la disciplina fiscal. Pero días después aparecieron buenas señales.

El 18 de mayo el presidente de la Asamblea anunció nuevas medidas de austeridad en el seno del congreso. Entre ellas, la supresión de 142 plazas contratadas por el presidente parlamentario anterior en los últimos meses de su gestión. Eso ahorraría US$1.8 millones anuales.

Era una actuación concreta en uno de los puntos más críticos. En 2008 el gasto en remuneraciones era de US$19.6 millones, y en 2018 llegó a US$50.2 millones. Eso es un 256% de lo que gastábamos en burocracia parlamentaria hace apenas diez años.

Fue bueno que para enfrentar los problemas financieros no se acudiera al acostumbrado refuerzo presupuestario con deuda —que aprieta el cinturón del contribuyente—, sino al inusual recorte de gastos —que aprieta el del Estado.

Criticamos a menudo a los políticos. Pero debemos reconocerles cuando avanzan en la dirección correcta. Felicitar las buenas prácticas puede incentivar a otros a replicarlas. Así, respaldando estas medidas de la Junta Directiva de la Asamblea y de su presidente, puede ser que quien asuma la Presidencia de la República en 2019 observe que sí es rentable políticamente optar por la disciplina fiscal de manera decisiva y pronta.

Alguien que no lo hizo fue el presidente Macri en Argentina. La crisis por la que hoy pasa es un buen ejemplo de lo que ocurre si un presidente se niega a afrontar decididamente los problemas en el gasto público.

Juan Ramón Rallo, en su artículo “Macri: el Rajoy argentino”, dijo: “El nuevo presidente argentino también prometió evitar los ajustes duros; él no había llegado al poder para aprobar un fuerte recorte en el elefantiásico gasto heredado de los Kirchner, sino para promover un ajuste gradual y suave”. Y ante el ahora patente fracaso del gradualismo macrista, Rallo lo califica como “un súbdito ideológico de la banda de los Kirchner: a saber, por no coger el toro por los cuernos y recortar el gasto”.

Gabriela Calderón, en su columna “El fracaso del gradualismo”, expresó: “Ahora, el Gobierno argentino busca un acuerdo con el FMI, lo cual suele ser una estrategia para no reducir el gasto y justificar aumentos de impuestos. No hay soluciones mágicas, es indispensable reducir el gasto a niveles anteriores al despilfarro populista”.

Las medidas adoptadas por la Junta Directiva de la Asamblea y su presidente son un paso en la dirección correcta. Se esperan del congreso más pasos en ese rumbo, y de aún mayor calado.

Y ojalá que los candidatos presidenciales tomen ejemplo de ello. Si quien gane la presidencia en 2019 decide continuar tomando atajos para evitar pasar la tijera en el gasto público, cuando la fiesta termine los costos políticos los pagará él (como Macri), y los económicos, usted.

Columnista de
El Diario de Hoy
@dolmedosanchez